jueves, 5 de abril de 2018

IDONEIDAD


Mucho se ha discutido sobre el tema, pero la mayoría son simples opiniones sin sustento científico o académico. Los profesores se irritaban con el concepto cuando se estrenó la reforma educativa del actual gobierno federal, se trata de la “idoneidad.” La palabra encierra toda una serie de acepciones y contenido que desde luego se presta a la discusión, pues hay quienes afirman que una persona se puede volver experta en una actividad al realizar repetidamente por meses o años y que aquí la idoneidad ya no aplica, pues el concepto de idoneidad hace referencia a rigurosa preparación académica. Desde luego que es un argumento de defensa para quienes lamentablemente no estudiaron y defienden a capa y espada sus respectivos quehaceres. Pero vayamos directo a un tema escabroso: la idoneidad de los individuos que trabajan dentro de la administración pública en cualquiera de sus tres niveles. Siempre he sostenido que gran parte de que los pueblos no se desarrollen es porque son gobernados y administrados por personas carismáticas, pero sin perfil académico de acuerdo a sus funciones, lo que provoca actuaciones simplemente mediocres en el mejor de los casos, pero que la misma camaradería entre conocidos se lo perdonan porque los lazos son más emocionales que racionales. Nada bueno se puede esperar de un regidor o un director de área o departamento que no tiene estudios profesionales o que teniéndolos se desenvuelve en un área totalmente ajena a su formación. El panel de expertos para la conformación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), señalan una conclusión que es contundente: “La idoneidad se determina a partir del “expertise”, los conocimientos técnicos, la independencia, la trayectoria profesional y la probidad de las y los postulantes. Con base en dichos criterios se pueden elegir a las personas más competentes, porque ser bueno no significa ser idóneo para un cargo.”  El político argentino Rafael Bielsa afirma que “nada desacredita más a una gestión administrativa que los nombramientos arbitrarios, cuando estos carecen de idoneidad.” El problema es que los nombramientos se originan en base a compadrazgos, amiguismos, simpatías, y jamás se toma en cuenta el aspecto de los perfiles académicos, por ejemplo. No se trata de desprestigiar ni desacreditar a nadie, pero la falta de perfiles adecuados en determinadas funciones son la causa del marasmo que impide el crecimiento y desarrollo de pueblos. Las políticas públicas requieren de un diseño especial que reclama personas que conozcan sobre el tema, no personas con buenas intenciones y carisma que de pronto enarbolen una bandera de cambio, pero sin rumbo. Así como la reforma educativa reclamaba la idoneidad obligando a los profesores a presentar un examen, el cual no tiene nada de malo, partiendo de la idea de que los profesores son profesionales que se actualizan constantemente, así mismo la sociedad debe exigir a los gobernantes que apliquen criterios o filtros para que sus colaboradores cumplan con ciertos requisitos para la ejecución óptima de sus funciones. El trabajo que en lo personal he venido realizando mediante el barómetro del cabildo en la región de los cinco manantiales, arroja datos sobre idoneidad bastante lamentables, ello explica la causa de que sobreabunden las buenas intenciones, pero el desarrollo no asome por ningún lado.