58% de firmas apócrifas registradas: 810, 995 firmas
no fueron encontradas dentro del listado nominal del registro federal de electores
del Instituto Nacional Electoral, 158, 532 simulaciones de firmas y aún con todas
estas graves irregularidades, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación ha fallado a favor de Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, y con
este fallo el gobernador con licencia podrá contender por la presidencia de la
república como candidato independiente. No se trata de las descabelladas
hipótesis sobre si la actuación del TEPJF fue encomienda de los pinos para que
el aspirante, sin posibilidades de ganar la elección, figurara como un elemento
más que ataque al puntero en las encuestas, no, esas teorías por certeras que pudieran
ser no son el aspecto nodal del fallo del tribunal, sino el pernicioso mensaje
que se envía al país entero, a la clase política y el terrible daño que se le
hace a una autoridad electoral que no termina de ganar la confianza entre la sociedad. El mensaje es
claro: no importa que se violente la ley de la manera más abierta y descarada,
no importa que se pisoteen las normas establecidas y se vulnere el profesionalismo
de quienes se supone revisaron y dictaminaron las irregularidades; en este
país, violar la ley y las disposiciones es cosa menor, es una simple nimiedad,
un cero absoluto, porque lo importante es el fin, por ello, vuelve incansablemente
la tesis del autor de El Príncipe: “el fin justifica los medios.” Aunque las
evidencias de las ignominias cometidas por el equipo de El Bronco sean
inobjetables, los magistrados del tribunal decidieron que el INE cometió el
imperdonable error de no invitar al precandidato a la revisión total de las
firmas, violentando con ello su derecho de audiencia. El INE cometió errores
terribles en su afán de aplicar la normatividad en la modalidad nueva de candidaturas
independientes, y es que al detectar que Rodríguez Calderón utilizó documentos
no válidos como tarjetas de presentación o de puntos como registros de apoyos
hacia su candidatura, la autoridad electoral consideró que ello era suficiente
para cancelar definitivamente sus aspiraciones y tomar acciones que terminaron
victimizando al gobernador con licencia que busca solucionar los problemas de México
cuando no ha podido solucionar la violencia en la sola ciudad de Monterrey. El INE
pecó de una confianza absoluta en una normatividad endeble y sin experiencias
previas de acción, pero el tribunal, a pesar de los registros falsos, pecó de
ignominioso al permitir que el más grande recaudador de firmas apócrifas aparezca
en la boleta de elección presidencial. Peor aún, el INE ha quedado nuevamente
como ineficiente y se ha hundido más en el desprestigio y ha sido expuesto a
los vapuleos constantes de El Bronco al afirmar que le ganó al INE y que lo
demandará por denigrar su imagen. La autoridad electoral ha recibido un golpe
terrible. No obstante, aún queda por ver la decisión que tomará la Fiscalía Especializada
para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE) al investigar las firmas
falsas que reunieron los independientes: Jaime Rodríguez, Armando Ríos y Margarita
Zavala, por lo que falta todavía trama a esta historia político electoral. El bronco,
ha dejado una bronca tremenda al sistema político electoral mexicano: la bronca
de la falta de profesionalismo y de certeza del árbitro electoral, la
indignación de miles que vemos como se premia la ilegalidad, y el futuro
enrarecimiento del ambiente político por un tipo que carece de la mínima
diplomacia para referirse a sus contrincantes. El circo se aproxima, la
ignominia se institucionaliza.