Germán Larrea ha hecho un
llamado a sus empleados a “analizar su voto”, a que tengan en cuenta los riesgos
del populismo. Y es que el dueño de grupo México, el consorcio minero más
grande de México y del cual Larrea es prácticamente el dueño y que con ello se
adjudica el segundo lugar de los hombres más acaudalados de nuestro país, de
pronto siente temor por la posible victoria presidencial del candidato de morena,
Andrés Manuel López Obrador; pero no solo él, pues hace unas semanas, el Consejo
Mexicano de Negocios (CNM), que agrupa a los empresarios más poderosos de
México y a los cuales el tabasqueño denomina “la mafia del poder”, redactaron
una misiva titulada “Así no”, en la que respondían al señalamiento que hizo “el
peje” al denominarlos como “minoría rapaz.” Y es que el líder de las encuestas
asegura que son un grupo reducido de empresarios que se han beneficiado a costa
del pueblo mexicano y se niegan a un cambio que pudiera afectar sus intereses. Los
aludidos son personajes como Eduardo Tricio, dueño de Lala y Aeroméxico, Carlos
Slim, dueño de grupo Carso, Enrique Bailleres, dueño del ITAM y Peñoles,
Claudio X González, de Kimberly Clark, Emilio Azcárraga de Televisa, Alejandro
Ramírez de Cinépolis, Ricardo Martín Bringas de Soriana, entre otros acaudalados
empresarios. En lo personal, me parece que la iniciativa privada y los
empresarios son vitales para la existencia de un sistema económico estable,
pues generan empleos y con ello liquidez en el sistema económico y financiero,
por lo que la IP apuntala sin duda el desarrollo de una nación, no obstante, me
parece también razonable revisar sucintamente el trasfondo de los señalamientos
del candidato de morena. Solo para contextualizar el temor de la élite del
poder, basta con señalar algunos ejemplos, y es que tan solo en lo que va de la
administración de Enrique Peña Nieto, Grupo Carso, del magnate Slim, obtuvo
contratos por más de 123 mil millones de pesos, haciendo especial mención sobre
el contrato por 84 mil millones de pesos para construcción de un edificio de la
terminal en el nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México y que AMLO
aseguró que de ganar la elección revisaría los contratos de adjudicación de obras.
En términos generales, la realidad es que los empresarios en este país han
abusado por décadas de los empleados al mantenerlos con sueldos de miseria y bajo
condiciones laborales bastante cuestionables. Y es que, según datos del observatorio
de salarios de la universidad iberoamericana, señala que al 20% de los
trabajadores en empleos formales en estas empresas no les pagan en su totalidad
vacaciones ni aguinaldos, ni tampoco cotizan para el Infonavit. El mismo informe
asegura que el 68% de los trabajadores en México no alcanzan el salario mínimo
constitucional, contrastando con el hecho de que la productividad mensual de
cada trabajador en las mencionadas empresas se estima en más de 400 mil pesos
mensuales. Finalmente, según Marco Águila Medina, investigador de la UAM,
asegura que el sector empresarial ha jugado un papel determinante en la política
salarial del país, al influir políticamente sobre la comisión Nacional de
Salarios mínimos en detrimento de la capacidad adquisitiva de los trabajadores.
Estamos hablando, pues, de una clase acostumbrada a influir políticamente en
decisiones gubernamentales, a una clase que incrementa sus riquezas sin que ello
signifique que se eleve la calidad de vida de los trabajadores, estamos
precisamente ante una mafia, que de pronto comienza a dar visos de temor y por
lo tanto a inmiscuirse en el ambiente político-electoral para evitar a toda
costa perder privilegios y poder. Consecuentemente, llaman a razonar el voto,
porque según ellos, no podemos perder todo lo que hemos logrado.