La proyección el próximo sábado 17 de marzo del capítulo
130 de la batalla entre Gokú y Jiren, en plazas municipales auspiciada por algunos
ayuntamientos ha generado una oleada de críticas sobre temas como derechos de
autor, populismo preelectoral y, sobre todo, cultura municipal. Gokú, el
protagonista de la serie animada Dragon Ball es sin duda un personaje icónico
que ha marcado una época y a muchas generaciones de jóvenes que crecimos con sus
aventuras en busca siempre de las esferas del dragón. Imposible olvidar a ese
pequeño y carismático alienígena de corazón puro que albergaba una inocencia
que le impedía encontrar las diferencias superficiales de las mujeres cuando el
siempre libidinoso maestro Roshi le encomendó encontrarle una novia a cambio de
entrenarlo. A bordo de su nube voladora que solo podía cargar a personas de
corazón puro y con su báculo sagrado en mano, Gokú nos deleitó con sus
aventuras al lado de sus amigos durante años. Batalla tras batalla, la serie comenzó
a volverse más compleja hasta llegar a su capítulo final. La proyección por
diversos ayuntamientos obedece no a un simple capricho, sino a la petición de miles
de personas a lo largo y ancho del país que han solicitado la proyección de
dicho evento. Las críticas, particularmente en Coahuila, por ser año electoral
no se han dejado esperar, cuestionando este acontecimiento como una acción
municipal en el ámbito cultural que deja mucho que desear y pone en evidencia
la paupérrima visión que sobre el tema tienen los diversos ayuntamientos que piensan
realizar la proyección. En el caso particular de Allende, Coahuila, no puedo
dejar de pensar en eventos de la administración pasada como El show de Mario
Bezares o El Show de la India Yuridia, o la presentación de grupos musicales o
concursos de belleza que ciertamente dejaban ver la simplona concepción que
sobre cultura tenía dicha administración, cuyos simpatizantes hoy señalan al actual
alcalde de Allende como promotor de una cultura paupérrima al proyectar la
pelea entre Gokú y Jiren. Si nos ponemos exigentes en la materia, la cultura municipal
no es un ámbito que se desarrolle de manera exitosa en esta región, además de
que no contamos con una sociedad que se caracterice por su grado de desarrollo
cultural. Eventos tales como apoyos a autores de libros y la presentación de
los mismos, exposiciones de pinturas, construcción de bibliotecas y espacios digitales
para consulta, impulso agresivo al teatro y la danza, concursos periódicos de ajedrez,
creación de museos, exposiciones fotográficas, formación de grupos o clubes de
lectura y un sinfín de actividades que ciertamente no se asoman por ningún
lado. Y es que lamentablemente las casas de la cultura y sus respectivos directores
siempre han confundido la cultura con la cantidad de personas que acudan
masivamente a los eventos municipales. Por ello cada director y su respectivo
alcalde solo planean eventos de belleza, bailes o conciertos y desfiles con
carros alegóricos. Si de señalar se trata, cuidado se debe tener y sobre todo
poseer las bases suficientes para cuestionar la falta de visión cultural de un
gobierno con respecto a otro. La batalla final de Dragon Ball no es un acto
cultural, es una respuesta a un grupo de ciudadanos que simplemente fue
escuchada por autoridades y cuya escucha no es taxativa al municipio de
Allende, sino al país entero en diversas ciudades. El evento del próximo
sábado, es similar a la proyección de un juego de la selección mexicana, una
simple proyección más.