El tema es por demás apropiado en el actual contexto
electoral previo a las elecciones presidenciales de julio de 2018, pero más
apropiado por la reciente encuesta presentada por B&L (Buendía y Laredo),
en la cual se presentan resultados que confirman como todas las demás
encuestas, el liderato en la tabla general de aspirantes a la presidencia de la
república de Andrés Manuel López Obrador, representando a MORENA como su
candidato, seguido del panista, Ricardo Anaya, perseguidos por José Antonio Meade, del PRI, finalizando con
los independientes Margarita Zavala y Jaime Rodríguez. Lo interesante de esta
encuesta, se divide en dos aristas que nos invitan al análisis a fondo sobre un
tema que parece tomar fuerza conforme nos adentramos al proceso electoral. Y es
que la presentación de resultados por medio de casas encuestadoras parece
intentar desplegar el llamado “efecto borrego”, el cual, en términos sencillos,
significa que se busca presentar resultados que incidan de manera psicológica
en los votantes y los induzca a votar por un candidato determinado.
De la encuesta antes mencionada, resulta que el margen
porcentual de diferencia entre el puntero y el segundo lugar (MORENA y PAN,
respectivamente) es de tan solo 6%, cifra que de pronto inyecta ánimo y
esperanza en el precandidato panista al afirmar este último que: “encuesta
demuestra que estamos creciendo”, no obstante, lo que el precandidato omitió
mencionar, es que la casa encuestadora que ofrece tan alentadores resultados
realizó el ejercicio bajo contrato de su partido, lo cual, para empezar, nos
ofrece resultados cargados de bastante subjetividad y claramente influenciados
por quien paga la aplicación de la misma. Lejos de querer emitir una simpatía
por un candidato en particular, me parece que lo interesante aquí es
preguntarnos cuál es el impacto mediático de las encuestas en los votantes y
qué tanto influyen estos resultados en los números finales el día de la jornada
electoral.
El llamado efecto borrego o “Bandwagon”, puede ser
abordado y analizado desde la psicología conductista, el marketing y la ciencia
política y trata en términos sencillos sobre cómo el comportamiento del
electorado puede ser influenciado por la repetición de información determinada
sobre quién es el posible ganador de una elección. Por ello las encuestas
juegan un papel bastante importante en la generación de la percepción tanto de
un ganador como de un candidato que de pronto comienza a remontar escenarios
adversos y con ello influir en el electorado. Y es que la encuesta de Buendía y
Laredo, resulta ser la única que muestra resultados diferentes a las
presentadas por Parametría, CNN, y El Financiero, quienes en lo que van del
presente año han presentado encuestas respectivas con resultados bastante
similares. Para el caso de Parametría, los resultados son los siguientes: AMLO:
34% de las preferencias, seguido de Ricardo Anaya con 23% y por último Antonio
Meade con el 19%. Por su parte, El Financiero ha presentado sus resultados con
los siguientes números: AMLO: 38%, Ricardo Anaya: 26% y Meade: 16% de la
intención del voto. Finalmente, CNN coloca al puntero AMLO con 11 puntos de
ventaja sobre los demás contendientes. De todo lo anterior podemos colegir que
la encuesta de B&L trabajó deliberadamente en favor de quien contrató sus
servicios: el precandidato panista, Ricardo Anaya, y que de once puntos
porcentuales ha reducido el margen a solo seis. Aquí cabe, desde luego,
perfectamente la tesis del psicólogo político Daniel Eskibel, quien en su
estudio “el elector sigue a la manada”, concluye de la siguiente manera su
análisis sobre el uso indebido de las encuestas que buscan generar un ánimo
colectivo: “[…] el efecto promueve un impulso ancestral que
parece venir desde el fondo más primitivo de nuestro cerebro. Ese impulso a
seguir a la manada, a dejarnos arrastrar por ella, a dejarnos llevar. El
cerebro humano ha desarrollado magníficas habilidades [...] pero todo ese
desarrollo se ha hecho conservando intacto el cerebro animal que le subyace.
Incluyendo aquel comportamiento de manada que en oscuros tiempos prehistóricos
seguramente fue vital para sobrevivir en un entorno hostil y peligroso. En
campañas electorales, el efecto bandwagon opera sobre la parte menos informada
del electorado y con menores definiciones partidarias e ideológicas. Pero
opera. Lo hace sobre un porcentaje a veces mayor y a veces menor del
electorado. Pero opera. Por eso muchas campañas electorales buscan provocar ese
efecto bandwagon”.
Hay, desde luego, diversos estudios que intentan
demostrar el impacto del también llamado "rally-around-the-winner
effect". La misma autoridad electoral, el INE, ha elaborado una
investigación luego de las elecciones presidenciales de 2012, llegando a la
conclusión de que: “frente a una población que no dispone de mucho interés y
tiempo para enterarse de la contienda electoral, las encuestas se han vuelto un
medio importante y fundamental para obtener información, fijar criterios para
la toma de decisiones; por lo cual, la población exige calidad, credibilidad y
confianza […]”. Si las encuestas se han vuelto un referente con sobrada
incidencia en la decisión de muchos electores, la ética de las casas
encuestadoras debe ser entonces una hoja de ruta que guie todos sus
procedimientos internos. No se trata de vender servicios al mejor postor con la
intención de moldear tendencias para generar impacto psicológico, aunque cuando
de política se trata, la ética es un aspecto axiológico que queda rezagado ante
el llamado pragmatismo de la frase maquiavélica de que el fin justifica los
medios.
Definitivamente, la encuesta de B&L nos demuestra la
fragilidad de los resultados de las encuestas electorales y como su uso se ha
tergiversado para convertirse más que en pragmáticos elementos referenciales de
opinión pública, en instrumentos peyorativos que se ofrecen al mejor postor
para generar resultados numéricos que ayuden a determinadas opciones
políticas a revertir resultados
desfavorables o bien, afianzar posiciones de ventaja frente a competidores en
una clara manipulación mediática de la realidad. Quizá, los resultados de la
encuestadora B&L, sean mejor explicados por Ana Cristina Covarrubias, quien
en el
seminario Quinto Poder: las encuestas y la construcción social del “ganador”
celebrado en El Colegio de México, señaló que las encuestas pueden utilizarse,
entre otras cosas, para “desmotivar al contrario” o “motivar a los propios”, lo
que consideró reprobable “en tanto que la mayoría de las veces contienen datos
‘a modo’”. También señaló que con las encuestas se puede intentar cambiar el
sentido del voto “con datos reales o no reales”.