jueves, 15 de febrero de 2018

LAS ENCUESTAS Y SU IMPACTO MEDIÁTICO EN EL PROCESO ELECTORAL

El tema es por demás apropiado en el actual contexto electoral previo a las elecciones presidenciales de julio de 2018, pero más apropiado por la reciente encuesta presentada por B&L (Buendía y Laredo), en la cual se presentan resultados que confirman como todas las demás encuestas, el liderato en la tabla general de aspirantes a la presidencia de la república de Andrés Manuel López Obrador, representando a MORENA como su candidato, seguido del panista, Ricardo Anaya, perseguidos por  José Antonio Meade, del PRI, finalizando con los independientes Margarita Zavala y Jaime Rodríguez. Lo interesante de esta encuesta, se divide en dos aristas que nos invitan al análisis a fondo sobre un tema que parece tomar fuerza conforme nos adentramos al proceso electoral. Y es que la presentación de resultados por medio de casas encuestadoras parece intentar desplegar el llamado “efecto borrego”, el cual, en términos sencillos, significa que se busca presentar resultados que incidan de manera psicológica en los votantes y los induzca a votar por un candidato determinado.
De la encuesta antes mencionada, resulta que el margen porcentual de diferencia entre el puntero y el segundo lugar (MORENA y PAN, respectivamente) es de tan solo 6%, cifra que de pronto inyecta ánimo y esperanza en el precandidato panista al afirmar este último que: “encuesta demuestra que estamos creciendo”, no obstante, lo que el precandidato omitió mencionar, es que la casa encuestadora que ofrece tan alentadores resultados realizó el ejercicio bajo contrato de su partido, lo cual, para empezar, nos ofrece resultados cargados de bastante subjetividad y claramente influenciados por quien paga la aplicación de la misma. Lejos de querer emitir una simpatía por un candidato en particular, me parece que lo interesante aquí es preguntarnos cuál es el impacto mediático de las encuestas en los votantes y qué tanto influyen estos resultados en los números finales el día de la jornada electoral.
El llamado efecto borrego o “Bandwagon”, puede ser abordado y analizado desde la psicología conductista, el marketing y la ciencia política y trata en términos sencillos sobre cómo el comportamiento del electorado puede ser influenciado por la repetición de información determinada sobre quién es el posible ganador de una elección. Por ello las encuestas juegan un papel bastante importante en la generación de la percepción tanto de un ganador como de un candidato que de pronto comienza a remontar escenarios adversos y con ello influir en el electorado. Y es que la encuesta de Buendía y Laredo, resulta ser la única que muestra resultados diferentes a las presentadas por Parametría, CNN, y El Financiero, quienes en lo que van del presente año han presentado encuestas respectivas con resultados bastante similares. Para el caso de Parametría, los resultados son los siguientes: AMLO: 34% de las preferencias, seguido de Ricardo Anaya con 23% y por último Antonio Meade con el 19%. Por su parte, El Financiero ha presentado sus resultados con los siguientes números: AMLO: 38%, Ricardo Anaya: 26% y Meade: 16% de la intención del voto. Finalmente, CNN coloca al puntero AMLO con 11 puntos de ventaja sobre los demás contendientes. De todo lo anterior podemos colegir que la encuesta de B&L trabajó deliberadamente en favor de quien contrató sus servicios: el precandidato panista, Ricardo Anaya, y que de once puntos porcentuales ha reducido el margen a solo seis. Aquí cabe, desde luego, perfectamente la tesis del psicólogo político Daniel Eskibel, quien en su estudio “el elector sigue a la manada”, concluye de la siguiente manera su análisis sobre el uso indebido de las encuestas que buscan generar un ánimo colectivo: “[…] el efecto promueve un impulso ancestral que parece venir desde el fondo más primitivo de nuestro cerebro. Ese impulso a seguir a la manada, a dejarnos arrastrar por ella, a dejarnos llevar. El cerebro humano ha desarrollado magníficas habilidades [...] pero todo ese desarrollo se ha hecho conservando intacto el cerebro animal que le subyace. Incluyendo aquel comportamiento de manada que en oscuros tiempos prehistóricos seguramente fue vital para sobrevivir en un entorno hostil y peligroso. En campañas electorales, el efecto bandwagon opera sobre la parte menos informada del electorado y con menores definiciones partidarias e ideológicas. Pero opera. Lo hace sobre un porcentaje a veces mayor y a veces menor del electorado. Pero opera. Por eso muchas campañas electorales buscan provocar ese efecto bandwagon”.
Hay, desde luego, diversos estudios que intentan demostrar el impacto del también llamado "rally-around-the-winner effect". La misma autoridad electoral, el INE, ha elaborado una investigación luego de las elecciones presidenciales de 2012, llegando a la conclusión de que: “frente a una población que no dispone de mucho interés y tiempo para enterarse de la contienda electoral, las encuestas se han vuelto un medio importante y fundamental para obtener información, fijar criterios para la toma de decisiones; por lo cual, la población exige calidad, credibilidad y confianza […]”. Si las encuestas se han vuelto un referente con sobrada incidencia en la decisión de muchos electores, la ética de las casas encuestadoras debe ser entonces una hoja de ruta que guie todos sus procedimientos internos. No se trata de vender servicios al mejor postor con la intención de moldear tendencias para generar impacto psicológico, aunque cuando de política se trata, la ética es un aspecto axiológico que queda rezagado ante el llamado pragmatismo de la frase maquiavélica de que el fin justifica los medios.  
Definitivamente, la encuesta de B&L nos demuestra la fragilidad de los resultados de las encuestas electorales y como su uso se ha tergiversado para convertirse más que en pragmáticos elementos referenciales de opinión pública, en instrumentos peyorativos que se ofrecen al mejor postor para generar resultados numéricos que ayuden a determinadas opciones políticas  a revertir resultados desfavorables o bien, afianzar posiciones de ventaja frente a competidores en una clara manipulación mediática de la realidad. Quizá, los resultados de la encuestadora B&L, sean mejor explicados por Ana Cristina Covarrubias, quien en el seminario Quinto Poder: las encuestas y la construcción social del “ganador” celebrado en El Colegio de México, señaló que las encuestas pueden utilizarse, entre otras cosas, para “desmotivar al contrario” o “motivar a los propios”, lo que consideró reprobable “en tanto que la mayoría de las veces contienen datos ‘a modo’”. También señaló que con las encuestas se puede intentar cambiar el sentido del voto “con datos reales o no reales”.