De pronto vienen a la mente de más de uno, los
momentos de tensión de la guerra fría, aquel periodo en que los estadounidenses
y rusos medían sus músculos en todos los aspectos posibles: desde aeronáutica
hasta desarrollo armamentista. Intromisiones de la CIA en nuestro país para
evitar el contagio comunista que promovían países como Cuba respaldados por la
URSS eran noticia de todos los días. De pronto la URSS y el sistema comunista
comenzó a desplomarse, resultó insostenible económicamente hablando y terminó
siendo absorbido por un capitalismo salvaje ya descrito por Fukuyama como la
única y última opción para la humanidad. Pasaron los años y la hegemonía estadounidense
fue incuestionable, hasta que de pronto surge un nombre: Vladimir Putin, quien,
en compañía de su delfín, Dimitri Medvedev, comienzan a desarrollar a Rusia
hasta encaminarla de nuevo en la senda de las super potencias que de pronto
vuelven a tener influencia en todo el orbe. El caso más escandaloso, con cientos
de pruebas que indican intromisión, pero sin ser comprobada a cabalidad, fue la
sonada injerencia del gobierno ruso en las pasadas elecciones de los Estados Unidos,
en donde resultó electo el republicano Donald Trump. Con una trama de novela de
acción, al parecer los rusos le entregaron a los republicanos cientos de correos
o mails interceptados de la demócrata Hillary Clinton con la intención de “ensuciarla”,
más tarde, Wikileaks, hizo públicos correos que fueron pirateados del comité
nacional demócrata, con lo cual la teoría de la intromisión cobraba relevancia
y sobre todo veracidad. ¿Qué buscaban obtener los rusos con una intromisión en
favor del republicano? No lo sabemos, lo que sí se sabe es que el hijo del
ahora presidente, tuvo varias reuniones con ciudadanos rusos previos a la elección
de su padre. Pero no es sobre el proceso electoral estadounidense y la posible
injerencia rusa en los resultados del mismo, sino de lo que pareciera una intromisión
más en el próximo proceso electoral de julio en nuestro país, en el que elegiremos
al próximo presidente de México. Y es que el asesor de Seguridad Nacional de
Estados Unidos, H.R. McMaster señaló la existencia de una campaña rusa para
influir en el próximo proceso electoral de nuestro país. Según la denuncia del
funcionario, el candidato de MORENA, Andrés Manuel López Obrador, quien ha sido
dos veces candidato presidencial, es visto como el favorito del Kremlin, dada
la cobertura positiva que ha recibido de medios de comunicación financiados por
el Gobierno ruso como Sputnik y Russia Today. De ahí los cientos de “memes” que
de pronto relacionan al “peje” con términos fonéticos rusos. De ser cierto,
quizá deberíamos hacernos la misma pregunta: ¿cuál sería el objetivo?, aquí me parece
que la respuesta es más sencilla, pues es una realidad que chinos y rusos expanden
su economía e influencias por todo el orbe y América Latina es una fuente
importante de materias primas, por ello, de existir una conspiración, el
objetivo sería más que evidente. Pero dejémonos de teorías dignas de una trama
de Kafka, la teoría de la intervención rusa en elecciones en todo el mundo de
pronto se vuelve una leyenda urbana llena de evidencias, pero ninguna de ellas
contundentes.