viernes, 12 de enero de 2018

ESTANCADOS

Desde luego que iniciamos mal el año en México en cuanto a indicadores económicos se refiere. De pronto el INEGI nos dice que registramos el nivel de inflación más alto de los últimos 17 años, gran parte de esta alza inflacionaria estriba en el aumento de la gasolina que fue el resultado de la liberalización del precio de la misma. Pero las malas no terminan ahí, y si el estribillo que reza que lo mal empieza, mal acaba, entonces debemos empezar a preocuparnos. El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Económica para América Latina, han establecido sus previsiones de crecimiento económico para la región de américa latina y, particularmente, de México. En lo que respecta a los tres países que más crecerán, lamentablemente México no está incluido, y los nombres que suenan son: Panamá, República Dominicana y Nicaragua, mientras que las expectativas de crecimiento de nuestro país radican en un aspecto tan volátil como lo es la negociación sobre el TLCAN. Las mejores estimaciones hablan de un crecimiento de un 2.1%, pero no solo depende de las negociaciones del NAFTA, sino de otro aspecto mucho más volátil: las elecciones presidenciales del mes de Julio. Y es que, si las elecciones fueran el día de hoy, la izquierda se alzaría con el triunfo y probablemente esto ocasionaría la fuga de algunos capitales o la simple incertidumbre ante el desconocimiento sobre el camino que tomaría el nuevo gobierno y esto sin duda traería consigo una ralentización de nuestra economía. Lejos, muy lejos estamos de esa promesa del ex presidente Vicente Fox cuando prometió hacernos crecer al 7%, y tal vez ese atrevimiento, contrastado con nuestra realidad que nos dice que desde el año 2005, nuestra economía ha crecido un promedio de 2.5%, es la que incentiva a muchos políticos a no volver a prometer ese tipo de escenarios que bien valdría preguntarnos si realmente podemos hacerlo. Es decir, la noticia del BM, FMI y la CEPAL es más alarmista que preocupante, pues en realidad nos dicen que seguiremos con la misma historia que nos caracteriza desde hace ya varios lustros. Quizá lo que deba preocuparnos realmente es el nivel de inflación que se espera para 2018, pues si el crecimiento seguirá igual, lo que realmente nos puede dañar es un aumento general de los precios, sobre todo porque no se espera que el gobierno actual, en pleno año electoral, permita una escalada de precios que termine por enterrar sus aspiraciones de permanecer en el poder otros seis años más. La inflación podría detonarse por una simple acción: aumentar los precios de la gasolina, situación que se está dando, pero que no ha generado la escalada inflacionaria que se esperaba. ¿Cómo es esto posible? Fácil, el gobierno está manipulando el IEPS para amortiguar todo el incremento de la gasolina y sus desastrosos efectos para evitar se afecte la imagen de su candidato con miras a la sucesión presidencial. En otras palabras, nuestro crecimiento estancado será afectado por un golpe inflacionario después de las elecciones de julio. Si a esto agregamos una posible cancelación del TLCAN y el cada vez más terrible endeudamiento gubernamental, el panorama no es para nada alentador y el 2018 nos llena más de deudas que de certezas.