jueves, 28 de diciembre de 2017

CANCELAR REFORMA

En muchos aspectos, el precandidato a la presidencia de la república, Andrés Manuel López Obrador, es bastante cuestionable en sus discursos. Es cierto que enarbola una bandera discursiva de cambio, de combate a la corrupción, pero en muchas ocasiones, el tabasqueño suele dispararse al pie dejando más dudas que certezas. Éste iconoclasta personaje de pronto vuelve esperanzadores sus discursos, y otras veces preocupantes. Uno de los temas sobre los cuales no quita el dedo del renglón, sin duda, es sobre su intención de suprimir la reforma educativa, de dejar sin efectos sus beneficios. Es cierto, cuando se intentan hacer las cosas bien, como lo manda la ley, muchos intereses suelen verse afectados o incomodados y las resistencias comienzan a aparecer. Eso sucede cada vez que se pretende aplicar la normatividad dentro de un sistema viciado. El diagnóstico inicial era y es bastante aciago, lamentable y preocupante, pues nuestro país es prácticamente una nación de reprobados en rubros como calidad del aprendizaje; promedio de permanencia y escolaridad; nivel y distribución del gasto público; competencias como lectura, matemáticas y ciencias; falta de condiciones básicas en los planteles y desigualdad de servicios educativos en las poblaciones más vulnerables, entre otras debilidades estructurales que simplemente no se pueden negar. La reforma al sistema educativo era, por mucho, más que indispensable. Al respecto y derivado de las negociaciones del llamado “Pacto por México”, se logró acordar la reforma al sistema educativo, que estaba dividida en dos grandes momentos, y sobre los cuales la gran parte de los docentes no comprendían. El primer momento, era meter en cintura a la diletancia de muchos profesores que simplemente no cumplían con los requisitos para atender a una nación de reprobados y que, en vez de ayudarlos, los hundían muchos más, y para esto se planteó evaluar a los docentes, como ciertamente debe suceder, para asegurar la calidad de su permanencia frente a grupo. Del mismo modo, regularizar la situación de muchos maestros que cobraban hasta dos o tres plazas sin laborar en ninguna de ellas. Es por ello que muchos maestros argumentaban que se trataba de una reforma eminentemente laboral, pero era solo la primera de dos partes, además de ser sumamente indispensable, pues la única forma de conocer la realidad y mejorarla, es mediante la evaluación, además de que era urgente detener el abuso de muchos maestros comisionados o aviadores que cobraban sin trabajar. La segunda parte, que a mi juicio es el alma de la reforma, modificó contenidos, esquemas se aprendizaje, potenció el desarrollo de competencias y puso especial énfasis en el desarrollo socioemocional, por lo que, con esta segunda dosis, la reforma estaba completa y era simplemente idónea. Por ello, inquieta de sobre manera que el líder de MORENA esté pensando en dejar sin efecto el desarrollo de la misma al argumentar que con o son reforma, lo poco o mucho que sabemos, se lo debemos a un maestro. Lo cierto es que los indicadores no mienten y lejos de ser una nación con ciudadanos que saben poco o mucho, prácticamente somos una nación de reprobados. Mala, pésima y bastante fuera de lugar la propuesta de eliminar la reforma, solo para darle gusto a algunos viciados que no desean realizar un esfuerzo más del que los mantenía en estado de confort. Tal parece que por votos, se puede sacrificar el futuro de este país.