Para empezar, la
interpretación literal debe privar sobre todas las percepciones personales. Andrés
Manuel López Obrador dijo que exploraría todas las opciones para reducir la
violencia, incluida la amnistía a líderes del crimen organizado. El líder de
MORENA jamás afirmó categóricamente que de llegar a la presidencia otorgaría el
perdón a los líderes del narcotráfico en este país. De pronto parece existir un
temor ingente hacia el tabasqueño que busca adjudicarle verdades no proferidas
por su persona para lograr ponerlo en aprietos o perjudicar su puntera posición
en todas las encuestas electorales a menos de 7 meses de la elección
presidencial. No obstante, alejados de la cuestión electoral, la idea de una amnistía
a criminales dentro de un proceso de paz organizado y bien estructurado no es
una situación nueva ni tampoco descabellada. En el mundo hay varios ejemplos exitosos,
aunque no alejados de la polémica, de procesos de negociación entre gobiernos y
grupos terroristas que han sido bastante exitosos. El ejército republicano
irlandés (IRA), grupo terrorista que buscaba la independencia del Reino Unido,
fue invitado a un proceso de paz que, aunque no estuvo nunca alejado de los cuestionamientos,
terminó efectivamente con sus actos de mortandad mediante una amnistía
promovida principalmente por el ex ministro Tony Blair, quien aseguró siempre
que dicha amnistía evitó el colapso de las negociaciones de paz con dicho grupo
terrorista. En Sudáfrica, luego del régimen
segregacional conocido como el Apartheid, un proceso de negociación con una
dosis de amnistía a implicados en diversos crímenes terminó con un estado de
paz sólido que perdura hasta la fecha y que ha hecho de Sudáfrica una nación
desarrollada. De la misma manera, un proceso de negociación con el Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, en El Salvador, culminó con décadas
de violencia regresando la paz a la vapuleada nación centroamericana. No obstante,
los éxitos de estas políticas de desarme, el caso más emblemático ha sido el
proceso de negociación en Colombia con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC). Un proceso que se
antojaba imposible frente a una de las guerrillas que no solo atendía supuestos
ideales, sino que además se dedicaba al lucrativo negocio de la cocaína, pero
que a final de cuentas ha dado resultados que encaminan hoy a Colombia en el
sendero de la reconstrucción nacional y que ha otorgado el perdón a más de 7
mil guerrilleros. De ninguna manera estoy afirmando que un pacto similar sea la
solución a los problemas de violencia en México, siempre he sido un convencido
de que la educación y el empleo son la clave para erradicar el flagelo, sin
embargo, la posibilidad de un proceso de amnistía no es ni descabellado, ni mucho
menos inusitado, lo cual, de entrada, nos otorga un punto de partida y una
referencia sobre la posibilidad de aplicar una estrategia, guardadas todas las
proporciones, similar en cuanto a la negociación para lograr acuerdos de paz. Finalmente,
como acertadamente lo mencionara el político tabasqueño: es solo una posibilidad
dentro de varias alternativas que se pueden explorar; y que, tan solo con mencionarla,
no debe generar un linchamiento más allá que aquél que puede evidenciar fobia o
temor ante la posible llegada del tabasqueño a los pinos en Julio de 2018.
Las políticas públicas
nos dicen que en muchas ocasiones debemos tomar prácticas exitosas de otras
latitudes y aplicarlas a nuestra realidad, por lo que técnicamente, la simple
posibilidad de imaginar el escenario de una amnistía, se encuentra en los límites
del racionalismo.