Los datos son simplemente irrefutables, solo un ciego,
con algo de locura y falta de razón podría intentar contradecirlos: la iglesia
católica ha venido perdiendo devotos desde el siglo pasado. Según el Centro
Pew, en la última centuria los fieles se han reducido en un 30%, y según
estimaciones de dicho centro de análisis, para 2030, la iglesia católica será
minoría frente al inexorable avance de otras propuestas religiosas menos
ortodoxas y conservadoras. Tan solo en México, los devotos han disminuido en un
16%, es decir, poco más de 17 millones de ex adeptos, mientras que los
evangelistas han avanzado en un 7%. Muchas son las aristas que pueden
explorarse para encontrar causas de la debacle: casos terribles de pederastia,
oposición a nuevas formas de matrimonios como el gay, corrupción, etc. Tal vez
todo podría resumirse en una sola palabra: conservadurismo. Y es que la
cerrazón llena de atavismos contra el cambio, ha hecho que la iglesia quede
desfasada y muy lejos de ser partícipe de los cambios que inevitablemente
suceden tal cual lo mencionara Hegel en sus triadas dialécticas. Pero no todo
es negro y desalentador en una institución llena de ciegos, pues de pronto
aparecen elementos con autoridad religiosa que con actitudes iconoclastas
llevan a cabo acciones que inyectan esperanza a una institución cada vez venida
a menos. Uno que otro tuerto que alcanza a vislumbrar los cambios que muchos
ciegos de razón no pueden entender. Así como Lutero se oponía al pernicioso
celibato sacerdotal, que bien pudiera ser una causa de la pederastia
institucional de la iglesia, existe en la ciudad de Villa Unión, Coahuila, un
líder religioso, el presbítero Rogelio Hidalgo Alba, en el Santuario del Santo
Niño de Peyotes, quien es una clara muestra de esos tuertos que tanta falta
hacen en la iglesia. Este hombre de fe se atreve a realizar acciones nada ortodoxas en su quehacer religioso como bautizar infantes de uniones gay, bendecir
animales, a prestar servicios religiosos, aunque de pronto los devotos no
tengan con qué pagar, contrario a la visión empresarial que siempre ha
caracterizado a la iglesia al cobrar por todo lo que hace y dice sin piedad
alguna. Por supuesto que estas acciones no son bien vistas por los ciegos ultraconservadores
que no logran entender una máxima tan sencilla: “todos somos hijos de Dios”, y
por lo tanto recibimos el mismo amor y tenemos los mismos derechos, Dios es
amor, no exclusión ni discriminación. Este hombre heterodoxo esta, desde su
nicho de acción, dando un ejemplo de ser a una institución que requiere
reformas profundas, está revolucionando con sus actos siglos de yerros
institucionales religiosos que son la causa de la diáspora que ahora afecta a
la iglesia y que al no querer aceptar la realidad, llevan a cabo acciones
descabelladas como empezar a fabricar santos a escala industrial, para con ello
intentar tapar el sol con un dedo y pensar que los cambios cosméticos pueden
ocultar una aberración llamada conservadurismo que los está guiando directo al
sótano de las preferencias religiosas. Este modesto Lutero a escala que reside
en un municipio que muchos coahuilenses desconocen que existe, es un claro
ejemplo de lo que la iglesia necesita. Además, por si su actitud proactiva
fuera poco, posee la cualidad de la humildad además de un carisma innato. Este
tuerto puede ver lo que muchos simplemente ni siquiera alcanzan a entender.