jueves, 23 de noviembre de 2017

LAS DISTINGUIDAS

Reflejo de homofobia, machismo y misogina fueron los calificativos con los que la Comisión Nacional para la Prevención de la Discriminación (CONAPRED) se refirió de manera categórica y bastante sugestiva con respecto al grito de “puto”, que de manera constante se repite en estadios de fútbol cada vez que el arquero despeja el balón de su área. De pronto se volvió una campaña nacional contra este grito tan mexicano que ya era parte de la jerga futbolística nacional. No obstante, el rimbombante grito no se circunscribió a los estadios, sino que de pronto vemos la repetición del mismo en un recinto, que, si bien es sabido por todos, no está integrada por ciudadanos distinguidos, sino por políticos que no se caracterizan por su inteligencia ni valores democráticos, en donde debe permanecerla mesura y prudencia al tratarse ni más ni menos que el origen de nuestro sistema legal y en donde los mexicanos de una u otra manera nos encontramos representados. Para muchos la escena fue cómica, pero la realidad es que Arlet Mólgora Glover, integrante de la comisión de Alerta de Género; Sara Latife Ruíz Chávez, integrante de la comisión de Derechos Humanos, ambas legisladoras por Quintana Roo, así como Rocío Montoya Díaz, representante del Estado de México, Jasmine Bugarín Rodríguez, de Nayarit e integrante de la comisión de la juventud e Himelda Félix Niebla, legisladora por Sinaloa e integrante de la comisión de justicia, todas ellas pertenecientes al grupo parlamentario del PRI, solo dejaron ver su nula capacidad para escuchar puntos de vista diversos a los suyos; la falta de madurez tanto personal como política al gritar frases como: “quiere llorar”, “fuera”, frases que por cierto se escuchan regularmente solo el infantes; así como la total falta de congruencia con sus pueriles y diletantes actos con las comisiones en las que están insertas, pero cuyos cometidos parecen desconocer, pues los calificativos de la conapred sobre la palabra “puto” parecen ser enemigos de comisiones como la de Derechos Humanos, Género y Justicia. Habrá quienes de pronto ya estén acostumbrados a ver este tipo de sucesos en nuestro congreso. Y es cierto, nuestra clase política no se caracteriza por ser integrada por personas con sólida calidad moral, académica o axiológica, sino todo lo contrario: diletantes que la mayoría llegaron al poder gracias a la inversión de recursos, compadrazgos, o influencia de apellido de abolengo, pero resulta ser que mal de muchos NO es consuelo de nadie, mucho menos cuando se trata de representantes populares que cobran altísimos sueldos por legislar para beneficio de todos los mexicanos, no para exhibir sus debilidades democráticas, sus carencias axiológicas y sus limitaciones intelectuales al proferir expresiones que intentamos eliminar de la cultura del mexicano, pero que estas tipas fomentan desde el recinto donde nacen las leyes en este país. En efecto, esas distinguidas “damas” son el reflejo de nuestra realidad, pero no por ello su accionar debe quedar impune. En lo personal pienso que debería haber un punto de acuerdo para desaforar a estas legisladoras que lo único que representan es lo que “NO DEBE EXISTIR” dentro de nuestra representación política. Que sean destituidas inmediatamente, aunque la tarea parece imposible, pues su líder de bancada asegura que las distinguidas solo gritaron “bruto” y los errados somos los mexicanos que tenemos nuestra mente contaminada y predispuesta a relacionar una palabra con otra, aunque literal y fonéticamente sean muy distintas.