Son varias aristas que se entrelazan, de pronto se
enredan, son incompatibles y todas aducen tener la razón. Son los electores y
candidatos que proclaman “la dignidad”, son los otros electores que piden
respeto a su voto, es una autoridad local electoral que dice defender la mesura
y el cuidado de las formas para evitar caer en un abismo de desprestigio al
cual parece acercarse de manera inexorable, es otra autoridad nacional
electoral que por mandato constitucional se ocupó de la mitad del proceso
electoral, y esa parcialidad de acciones y procederes hoy parece salirse de control.
Malos perdedores, ganadores corruptos, autoridades electorales ineficientes, acusaciones
variopintas y el clima se enrarece y se manifiesta en una extraña unión entre
derrotados que en los previos debates parecían no tener puntos en común. Una
mega marcha disfrazada de indignación amenaza con convertirse en una explosión de
intolerancia y desgaste similar a los campamentos de Paseo de la Reforma en
2006. ¿Cómo llegamos a esto?, y, en consecuencia, ¿Cómo terminará esto? ¿A
quién culpar de la incertidumbre actual? Es cierto, de la elección de hace seis
años a la actual, hay una gran diferencia en cuanto a los dos candidatos
punteros, aplastante derrota para la oposición en 2011, y “empate técnico”,
dirían algunos en este proceso actual, lo cual da señales sin duda alguna de
una inclinación bastante evidente de la exigencia de un cambio en el gobierno,
pero también es cierto que la participación en ese sentido no fue tan
contundente, pues de ser así, los opositores se hubieran alzado con la victoria
y con un margen bastante considerable. Pero no fue así. Este estrecho margen
obliga a la autoridad local electoral a guardar mesura en su decreto de un
ganador, pues no hay certeza hasta el momento debido a que muchas actas de la
jornada se guardaron dentro de los paquetes electorales contrariando el debido
proceso y por ese motivo faltan algunas actas por computar. Entonces la culpa
fue de la capacitación, y de ese aspecto se ocupó el INE, ¿entonces el INE es
el culpable? En lo personal, me consta la poca participación de los
funcionarios integrantes de las mesas directivas de casilla en los simulacros
organizados por los capacitadores electorales, en este supuesto, si no asistían
a las prácticas, era de esperarse que cometieran errores el día de la jornada
electoral, errores que hoy lamentamos todos. Entonces, ¿es culpa de los
ciudadanos apáticos y poco comprometidos? No parece existir un culpable
directo, sino una serie de actores que forman parte de un andamiaje completo
que va desde ciudadanos hasta instituciones que pueden ser culpables o eximidas
de culpa según sea el caso. ¿Qué va a suceder? Por lo pronto llama la atención
que todos los derrotados se hayan unido después de que se acusaron terriblemente
de corrupción y otras felonías durante los debates y campaña electorales. Esta
extraña liga de la justicia de enemigos declarados no parece convencer. Lo que
podemos esperar, sin duda, es que el IEC en el caso más extremo, ordene la
apertura total de paquetes y se dé un recuento general de los sufragios, y con
esto se imprima certeza a un resultado que aún no conocemos. La nulidad de las
elecciones no es un tema ni siquiera cercano, pues para ello se requieren de
circunstancias ajenas a la apertura de paquetes y recuento que hayan incidido
directamente en el resultado de una elección. En el caso más sencillo, que es
el que me parece sucederá, se validará la elección una vez que se cuente con
todas las actas y legalmente se consolidará el triunfo del puntero. En ese
caso, las marchas empapadas de dignidad deberán trabajar otros seis años para
en la próxima elección, arrasar y evitar cualquier suspicacia que ponga en tela
de juicio la legalidad de una elección y terminar con un buen sabor de boca.