miércoles, 31 de mayo de 2017

¿POR QUÉ IR A VOTAR?

La fiesta democrática está por iniciar, el desgastante proceso electoral toca su parte final con la Jornada Electoral, es tiempo de renovar nuestro ejecutivo estatal, el congreso local y los 38 ayuntamientos de nuestro Estado. Este proceso tiene dos peculiaridades bastante trascendentes, pues estrenamos doble legislación electoral. La primera peculiaridad, estriba en que por primera vez es el Instituto Nacional Electoral quien se encarga del proceso de integración de mesas directivas de casilla arrebatándole al instituto local, quien también es producto de la reforma política, dicha atribución. En segundo término, los 38 ayuntamientos solo serán renovados por el lapso de un año, según lo mandata la legislación local electoral, por lo que el próximo año deberemos elegir nuevamente a los 38 alcaldes de nuestra entidad, pero no solo se trata de la complejidad de nuestro sistema político electoral, sino de los motivos por los cuales los ciudadanos debemos acudir al llamado a las urnas este Domingo 4 de Junio. Y estos motivos podemos ubicarlos en dos grandes dimensiones: la dimensión cívica y la dimensión económica. Sobre la segunda, es propicio mencionar que este proceso electoral tiene un costo para los coahuilenses de casi $403 millones de pesos, es decir, un incremento del 54% con respecto a la elección anterior, por lo que dichos comicios, nos cuestan a cada elector la cantidad de $196 pesos aproximadamente. Desde esta perspectiva, el costo beneficio debe ser proporcional al nivel de participación y cada boleta debe ser utilizada para evitar el despilfarro de recursos. Por el simple hecho de no desperdiciar recursos, sin tomar en cuenta los 174 millones de pesos que se gastaron los partidos de recursos públicos en su promoción en este proceso electoral, es que debemos asistir a sufragar. Finalmente, la dimensión cívica es la más importante, pues se basa en la existencia de una prerrogativa que nos da el derecho a los ciudadanos de elegir a las personas que dirigirán el destino de nuestros municipios y Estado, además de ser una obligación, es la oportunidad de premiar o castigar el desempeño gubernamental tanto de un partido como de un candidato. La apatía y la indiferencia y sus consecuencias quedaron de manifiesto la pasada elección para gobernador en 2011, pues por el candidato ganador votaron 677,530 coahuilenses, mientras que en la lista nominal aparecían 1, 947,836 votantes coahuilenses. De esta última cifra, solamente votó el 60% del padrón de dicha lista nominal, por lo que según las autoridades la elección estuvo legitimada puesto que la mayoría sufragó. Sin embargo, sólo un 34% del 60% votó por el candidato ganador, mientras que el restante 26% lo hizo por los demás partidos. Ello significa que sólo el 34% de los coahuilenses decidieron el destino político, social, económico, cultural, etc., del resto de los habitantes de Coahuila. En palabras más coloquiales: si le elección del gobernador dependiera de la decisión de 10 coahuilenses, exclusivamente tres decidirían por los siete restantes. Por ello la importancia de nuestra participación, pero la misma debe ser razonada, es decir, antes de elegir, debemos analizar dos cuestiones nodales: los antecedentes de los candidatos y sus propuestas, lo que significa no votar de manera emocional, sino racional. Las propuestas deben ser factibles, asequibles y bien fundamentadas, no solo populistas, mientras que la honradez y la ausencia de escándalos deben ser parte fundamental de la solidez moral de los candidatos. En fin, las razones para votar son contundentes, la necesidad de razonar el voto es insoslayable, en nuestras manos está el destino de nuestro Estado y municipios.