martes, 30 de mayo de 2017

ABSURDA SEQUÍA

Como en cada proceso electoral, el fin de semana previo a la elección las autoridades decretan una absurda medida carente de sustento legal denominada Ley Seca, o en términos sencillos: prohibición de venta de bebidas alcohólicas tanto es expendios dedicados a ese giro, como en restaurantes y bares. La medida, realmente no ha tenido jamás sentido, y son más las desventajas y los daños que provoca dicha medida que los supuestos beneficios que se pueden obtener. Para empezar, el consumo de alcohol no se detiene, simplemente los consumidores acuden en masa días antes de la prohibición de venta y se abastecen de manera adecuada y quizá hasta en exceso.  La falsa idea de que la ley seca mantiene sobrios a los votantes es tan absurda como el pensar que la sobriedad los hará levantarse temprano el domingo de la elección para ir a votar en masa. No obstante, más que falsos escenarios positivos, la prohibición trae una seria afectación económica a restaurantes y bares que el sábado previo a los comicios transmiten en vivo la final de la Champions League y a la cual cientos de espectadores dejarán de asistir por la medida moralista de no permitir ingerir ni una sola copa de vino o cerveza porque ello puede incidir directamente en que el ciudadano no vaya a votar. No hay un solo estudio que avale que la embriaguez previa a la elección incida en el abstencionismo ciudadano, me parece que son otros factores, y no el alcohol, los que determinan ese fenómeno electoral. Aunado a esto, el artículo 300 de la Ley General de Instituciones y procedimientos electorales, en su segundo párrafo, menciona que “se podrán establecer medidas para limitar el horario de servicio de los establecimientos en donde se sirvan este tipo de bebidas.” Como puede observarse, la ley menciona limitar horario, NO PROHIBIR LA VENTA. Hay una gran diferencia conceptual entre limitar y prohibir. Finalmente, estados como Baja California y la Ciudad de México no establecen este tipo de prohibiciones previas a la jornada electoral y no han presentado anomalías diferentes a las que presentan entidades prohibicionistas. Quizá lo único bueno en esos Estados, es que los ciudadanos gozan de libertades que no limitan en lo absoluto su papel como ciudadanos. Por lo mencionado, la sequía de alcohol en puntos de venta es absurda, carente de sustento legal y científico y refleja el control sobre las libertades individuales que de pronto manifiesta el Estado bajo un moralismo que solo afecta al Estado liberal.