Por supuesto que el consejero electoral Benito Nacif
tiene razón al invocar el artículo 16 constitucional, también tiene toda la
razón el Doctor en ciencia política al afirmar que la junta general ejecutiva
tiene atribuciones en materia de reorganización o adecuaciones presupuestales, pero
no en lo relativo a sueldos y salarios y dichos estipendios no forman parte del
presupuesto anual del INE para gastos ordinarios y extraordinarios. Nadie jamás
ha dicho lo contrario. En efecto, la disminución a inicios del año del 10% del
sueldo de los consejeros del INE, que supuso una reducción de sus ingresos de
177 mil pesos mensuales a 160 mil era más un gesto de solidaridad de
funcionarios con sueldos estratosféricos ante el aumento de los combustibles y la
escalada inflacionaria que irremediablemente trae consigo dicho incremento. No
había base jurídica alguna para sostener dicha decisión. Mejor aún, en un país
con más de 60 millones de pobres y otros millones más con sueldos que apenas
alcanzan para sobrevivir, era un gesto bastante bien visto en el seno de una
sociedad que ciertamente le tiene aversión al sistema político electoral y más aversión
a los sueldos insultantes de los consejeros en una sociedad sumida en el pauperismo.
El Dr. Nacif logró su cometido: el sueldo de los consejeros volvió a la
normalidad, y antes de que las críticas ante tan pusilánime actitud se hicieran
presentes, el consejero se curó en vida al afirmar que lo que se requiere
realmente es un gasto racional y no gestos simbólicos. Por más esfuerzos que
realizo, no puedo imaginar la sensación de ganar 44,250 pesos semanales,
supongo que el funcionario ha aprendido a vivir con ese ingreso de manera tan
apretada que renunciar a 4,000 pesos semanales era una situación inconcebible,
y que además el mismo ha llamado gesto simbólico, el detalle, es que si esos 4 mil pesos que reclamó el consejero
resultan ser simbólicos, no veo el problema en que hubiera aceptado la
reducción como un gesto de sensibilización y aportación ante la dura crisis de
inicio de año. El consejero se pronuncia mejor por un gasto “racional”, el
problema, es que esta racionalidad no se ve reflejada en el tremendo
presupuesto del INE y de los partidos para este 2017 que supone alcanzar la
cantidad de más de 11 mil millones de pesos. Si de racionalidad se trata, me
parece que el consejero está mal parapetado cuando profiere la solución al problema
del gasto excesivo.
No soy de los que piensan que los funcionarios deben
recibir guillotinazos en sus sueldos, pero hay personajes como el diputado
Pedro Kumamoto que simplemente han renunciado a parte de su sueldo por
considerarlo ofensivo en una sociedad con carencias bastante evidentes. En el
caso particular del diputado Kumamoto, renunció al 70% del mismo. Es válido,
entonces, que el consejero Nacif se haya sentido molestado en su persona como
señala el artículo 16 constitucional y su indignación sea en consecuencia
natural, pero más indignación causa su falta de empatía, su falta de
solidaridad, su falta de sensibilidad y la poca vergüenza que lo llevó a
reclamar ante la autoridad competente el trato indigno y el atropello laboral del
que fue objeto al recibir un recorte de tan “severa magnitud”. El consejero
quizá desconoce, que son los simbolismos precisamente, aquellos actos que una
sociedad desesperanzada y fastidiada necesitan en estos momentos, y que el INE
requiere sin duda una buena dosis de credibilidad y buena imagen que definitivamente
han quedado sepultadas con la actitud pusilánime del consejero Nacif. Dicen que
el diablo está en los detalles, de igual manera, la buena imagen yace en los
pequeños, pero significativos gestos simbólicos que el consejero Nacif
considera irrelevantes.