De pronto el día se convierte en una sarta de
felicitaciones y buenos deseos, las redes sociales se inundan de mensajes elocuentes
y bastante sugestivos: el día internacional de la mujer ha llegado. Este día,
como muchos otros que se festejan en nuestro país y en el mundo, son de pronto
opacados por la cruda realidad, pues además de la estela lucrativa y de mercado
que supone ser un día festivo, aparecen datos de fuentes oficiales que nos
recuerdan que quizá tenemos muy poco que celebrar. Y es que nuestro país, aún
se encuentra en un difícil camino de empoderamiento de la mujer y la
reivindicación de los derechos de las mismas en una nación con una fragilidad
en su Estado de Derecho que permite que de pronto la celebración se torne
aciaga. Los datos son lamentables y bastante preocupantes, pues la ONU, en su
informe titulado: “La violencia feminicida en México: aproximaciones y
tendencias”, desde1985 hasta 2014, el organismo informa que se han registrado
en México 47.178 muertes de mujeres en la modalidad de asesinatos, y son
entidades como Coahuila, Nuevo León, Hidalgo, Durango, Morelos, Guerrero,
Colima y Baja California en donde este tipo de feminicidios se han presentado
en mayor incidencia. Y es que casos tan escalofriantes y lamentables se hacen
presentes inclusive en comunidades como la de los cinco manantiales, en
Coahuila, en donde recientemente se han presentado casos de mujeres jóvenes
asesinadas por parejas sentimentales en situaciones bastante condenables. Por
otra parte, la impunidad sigue siendo un flagelo latente en detrimento de la
sociedad en general y en particular para el caso que nos ocupa, pues en los
últimos 30 años tan solo uno de cada cinco casos de denuncia por violación
contra mujeres terminó en sentencia condenatoria, el resto quedaron simplemente
en la impunidad y el olvido. Pero sigamos bajando la intensidad de las
abyecciones contra las mujeres y ubiquémonos en planos no tan agresivos, pero
igual de denigrantes, pues en lo que corresponde al tema de la discriminación y
la violencia que no termina en feminicidio, los datos no son más afortunados:
según el INEGI, el 46% de las mujeres mexicanas mayores de 15 años reportan
haber sufrido alguna agresión de su pareja, mientras que el 53% se consideran
víctimas de violencia económica por parte de sus parejas, por su parte el 29%
denuncian haber sufrido agresiones físicas y el 16% víctimas de violencia
sexual. En
el mismo estudio se menciona un hecho degradante: Dos millones 773 mil 633
mujeres manifestaron que como primer requisito para solicitar trabajo debían
realizarse una prueba de embarazo y entregar los resultados a la empresa,
organización o patrón contratante. Los datos ignominiosos pueden seguir sin
duda alguna, no obstante, la tarea de mejorar las condiciones adversas para las
mujeres, al menos en nuestro país, va de la mano tanto de la efectividad de un
Estado de Derecho en materia de protección femenina, así como de la
aculturación familiar sobre la importancia de la igualdad entre hombres y
mujeres. Desde luego que el camino no es nada fácil, pues solo para ilustrar la
necesidad de reglas objetivas y generalizadas en favor de las mujeres, el acto
de la violación es castigado en grados diversos según la entidad de que se
trata, es decir, si una mujer es violada, es mejor que sea bajo la jurisdicción
de Nuevo León, al ser el Estado que más castiga este delito, mientras que
Coahuila y Durango son los que menos castigan este acto ignominioso. La tarea
empieza por ahí, después viene la educación en casa, sin estas dos grandes
reformas, cada 8 de Marzo solo será un recordatorio de nuestra triste realidad.