Nuestro presidente nos lo hace saber
de manera reiterativa a través de medios de comunicación masiva y cada vez que
abrimos una página de internet: “lo bueno que ocurre casi no se cuenta… pero
cuenta mucho”. O en otras palabras y con motivo de su cuarto informe de
gobierno, el presidente Peña Nieto nos informa de los logros de su administración
que simplemente no se ven, pero que desde la perspectiva sofista, ahí están. No
dudo ni un momento que el presidente ha efectuado acciones positivas, sin
embargo, son más sus yerros que sus aciertos. Es imposible dejar pasar sin
mencionar que la delincuencia se ha incrementado en su administración, que la
economía no ha crecido ni lo previsto ni mucho menos, que el endeudamiento es
cada vez más ingente, que la corrupción ha sido el estigma de su gobierno y que
sin duda es el presidente más impopular de los últimos tres mandatarios. Hace
un año, el prestigiado CIDAC elaboró una investigación en la que simplemente
echó por tierra los spots presidenciales del tercer informe en donde se
aseguraba que íbamos a medio camino, pues con datos duros y fidedignos demostró
que ni siquiera el actual gobierno había arrancado a pesar de llevar tres años
en el poder y a pesar de las pomposas afirmaciones de que ellos eran “los que
sí sabían gobernar”. Hoy, sin necesidad de que el CIDAC nos lo haga ver
nuevamente, sabemos que este gobierno ha sido un fracaso en sus promesas por
sacar adelante este subdesarrollado país. Y es que las expectativas fueron
muchas, pues las once reformas estructurales que nacieron del llamado “pacto
por México”, y de ellas la estrella de esas reformas, la educativa, ha
resultado ser una reforma mutilada, semi implementada y bastante concesiva con
sus disidentes. En efecto, el fracaso de esta reforma ha hecho palidecer al
avance de las demás, trayendo consigo un ambiente de fracaso y animadversión
contra el actual gobierno.
Pero no todo es oscuridad, también
es preciso señalar los avances, y aunque sean realmente pocos, en verdad muy
pocos, no dejan de ser dignos de reconocimiento: uno de ellos y de los cuales
me consta su beneficio, es el de las llamadas “escuelas al cien”, a las cuales
se ha destinado un presupuesto de 50 mil millones de pesos y que consiste en
remodelar escuelas con deficiencias bastante ostensibles. Sólo falta aplicar
controles adecuados de vigilancia de aplicación de recursos, pues la corrupción
sigue siendo un mal enquistado en nuestro sistema político. También, de enero a
junio de este año, México registró 14,385 millones de dólares por concepto de
Inversión Extranjera Directa (IED), 4.6% superior a la cifra preliminar del
mismo periodo de 2015, lo cual, sin duda, es un avance. Además por vez primera
se va a plantear un superávit en el PIB del 0.2%, aunque poco ayude con un
nivel de endeudamiento gubernamental cercano ya al 50% del nuestro PIB.
Insisto, son más las malas que las buenas, pero hay que ver las dos caras de la
moneda, no obstante, y lamentablemente para el presidente y su pueblo, hace
mucho tiempo que requerimos buenas noticias y a propósito del cuarto informe,
seguiremos esperando un tiempo más.