Sólo me ha tocado ver el desempeño de cuatro presidentes de nuestro país, y
cuando pensaba que Vicente Fox había roto todo esquema de cordura con sus
estultas y obtusas declaraciones, apareció de pronto el actual presidente,
Enrique Peña Nieto, quien sin duda es en la actualidad el presidente con la
popularidad más baja desde Ernesto Zedillo, y quien es constantemente
ridiculizado en redes sociales por sus actos y comentarios no siempre tan
atinados. Como si la sarta de arremetidas contra el presidente por la
corrupción, violencia y bajo crecimiento económico que han caracterizado su
gobierno no fueran suficiente, sale a la luz un denigrante y vergonzoso caso
sobre el plagio de su tesis de grado en licenciatura, al respecto, se afirma categóricamente
que el actual presidente plagió poco más de 28% de su trabajo de investigación
académica. El revuelo no se hizo esperar, hay quienes exigen la salida de Peña
Nieto de la presidencia, también quienes reclaman le sea retirado el grado de
licenciado, no obstante, al respecto de quienes piden su renuncia, es preciso
señalar que nuestra clase política nunca se ha caracterizado precisamente por
su desempeño académico, pues podemos encontrar en los municipios regidores con
tan solo primaria terminada, diputados locales y federales que a duras penas
terminaron la preparatoria, y es que tan solo en la legislatura federal actual,
por lo menos 104 diputados no poseen estudios universitarios. Y esto es culpa
de los mismos requisitos que nuestra constitución establece para acceder a
cargos de elección popular, y para el caso del ejecutivo, el artículo 82
menciona que para ser presidente se requiere ser mexicano, tener 35 años, ser residente
del país, no pertenecer a la iglesia y no haber sido alto funcionario o
gobernador seis meses antes de la elección, sin embargo, absolutamente nada
dice sobre requerimientos académicos o experiencia laboral. En síntesis,
requerimientos laxos para un puesto de alta importancia. Es por este simple
motivo, que el presidente simplemente no puede renunciar a su cargo por plagiar
contenido en su tesis profesional. Ahora bien, y siendo rigurosos, la culpa
directa de este escándalo la tiene la Universidad Panamericana, instituto privado
que por cierto no aparece en el ranking de las mejores y se caracteriza únicamente
por su tendencia cristiana y su baja matrícula, pues se supone que una tesis es
dirigida por un director de la misma que una vez que se ha cerciorado que la
misma contiene calidad y solidez en investigación, la libera para que el
sustentante la defienda ante sinodales quienes también tienen la obligación de
verificar la calidad de la misma. No es un proceso que deba tomarse a la
ligera, pero tratándose de institutos privados, pudiera ser que los controles
de calidad no fueran tan estrictos. En ese sentido, no es culpa de Peña Nieto,
sino de quienes autorizaron su liberación de tesis, por lo que sin duda tampoco
se le debe retirar el grado, sino más bien despedir a quienes no hicieron bien
su trabajo. Una vez dilucidado lo anterior, surge invariablemente la pregunta: ¿es
Peña Nieto culpable de algo en esta triste historia de su desempeño
presidencial? Puede haber dos posibles respuestas: o es una persona con falta
de ética profesional y que “robó” información en beneficio propio, lo cual nos
dice mucho sobre quien nos gobierna, o es un ignorante de las reglas de referenciación
textual estilo ISO o APA. La dicotomía es simple: ¿Inescrupuloso o ignorante? Difícil
elección.