Ya en la recta final, cuyo desenlace se presentara este próximo Domingo 7
de Junio, las campañas electorales en esencia nos dejaron más de lo mismo:
propuestas y más propuestas tan predecibles y tan añejas como la seguridad, el
empleo y el crecimiento económico. Sin embargo, este proceso ciertamente ha
sido diferente a los demás en dos sentidos, el primero es que estamos
estrenando reforma electoral, y los ganadores de esta contienda, para el caso
de los diputados, podrán reelegirse hasta cuatro veces consecutivas. Y el
segundo, preocupantes escenarios manchados de sangre. Y es que ya en la recta
final, se contabilizan 21 políticos, entre simpatizantes y candidatos a puestos
de elección popular asesinados. Candidatos del PAN, PRI, PRD, MORENA y PT
fueron privados de su vida por motivos en muchos casos oscuros y suspicaces.
Pareciera que no existen ya garantías para ningún ciudadano en materia de
seguridad, pues si precandidatos y candidatos son fácilmente ultimados, ¿qué
podemos esperar los ciudadanos de a pie en nuestro diario vivir? La gravedad
del asunto es tan elevada que no solo pone en tela de juicio la capacidad del
Estado mexicano para garantizar la seguridad de los ciudadanos, sino que además
preocupan los motivos de los asesinatos y los autores de los mismos. Pareciera
que la delincuencia y la política están tan unidas que determinados candidatos
afectan intereses muy particulares por lo que deben ser eliminados de la
competencia.
Para nadie resulta sorprendente el escuchar que la política y la
delincuencia trabajan en comparsa, pues tan solo basta recordar el matrimonio
Abarca y la matanza de Ayotzinapa para
corroborar tan lamentable escenario. Es por ello que aunque se ha minimizado el
asesinato de políticos, ciertamente ya sumados estos 21 casos parecen indicar
uno de dos posibles contextos: o la política se está limpiando de tal manera
que los fenecidos eran personas que no quieren negocios con la delincuencia, o
simplemente son políticos con nexos con otros grupos delincuenciales que
suponen ser enemigos que deben ser eliminados.
Resulta muy difícil la tesis de la coincidencia, sobre todo en un país en
el que las mismas no existen. Y el que este proceso haya sido sangriento solo
nos deja la idea de hasta dónde está podrida la política y sus integrantes que
se supone buscan representar a los ciudadanos para mejorar la calidad de vida
de los gobernados.
Pero quizá más grave es la poca difusión y atención que se le dio a este
caso, quizá tengamos que esperar magnicidios como el de Lomas Taurinas para
poner atención a este serio problema que lacera nuestras instituciones y mina
la credibilidad en una clase política que cada vez es más cuestionada y
descarada en su proceder.