Sinceramente no entiendo que festeja el Partido Revolucionarios
Institucional (PRI) en nuestra entidad ante los resultados del pasado Domingo 7
de Junio, pues los índices de participación
ciudadana solo denotan apatía, desinterés, hartazgo y aversión hacia
nuestro sistema de partidos y la clase política.
A menos que no le importe al PRI la llamada “legitimidad” y la escaza
representación de ciudadanos con que se presentarán al congreso federal sus
diputados electos, solo así entiendo entonces el motivo de su festejo. Y es que
los datos son verdaderamente aciagos y deplorables, pues a nivel estatal, ya en
conjunto, la participación fue tan solo del 45%, de un listado nominal de 1.9
millones de coahuilenses. En lo que respecta al distrito número uno, con cabecera
en Piedras Negras, se registró el nivel de participación más ínfimo, pues el
mismo no supero el 37%. Es decir, en términos más sencillos, de cada diez
personas con derecho a voto, solo ejercieron dicha prerrogativa cuatro
personas, de las cuales, la mitad voto por el partido vencedor, lo cual
simplemente significa que dos de cada diez coahuilenses decide el destino
político, económico y social de nuestra entidad y nación. Y solo para ejemplificar la apatía de los
votantes, en nuestra entidad los votos nulos alcanzaron el 3.5 %, superando así
al Partido del Trabajo con 1.2%, Partido Humanista con 1.8%, Movimiento
Ciudadano con 1.9% y PRD con 2.6% de captación de votos respectivamente.
Ante los magros resultados, es difícil ser optimista y festejar el triunfo
de cualquier partido político, pues no solo el actual ganador carece de
legitimidad, sino que los demás ni siquiera son tomados en cuenta por los pocos
electores que acuden a las urnas, mucho menos por la gran mayoría que no acude
a sufragar. De ahí que sin lugar a dudas,
el verdadero ganador es sin duda el abstencionismo. Y precisamente a ese
fenómeno le apuestan los actuales legisladores que podrán reelegirse a partir
de ahora cuatro veces consecutivas, pues son esos votos duros, ya sean
comprados, acarreados, coaccionados o por convicción los que les permitirán
mantenerse por 12 años cómodamente en el puesto a sabiendas que los ciudadanos
ciertamente están molestos, pero que dicha molestia no trasciende simples
comentarios y se ve reflejada en participación contundente a la hora de
sufragar.
Tenemos un claro ganador en esta elección, el abstencionismo sigue siendo
un mal social que nos mantiene en estado de abulia y de mediocridad, aunque para algunos ciertamente signifique el
acceso al poder y a los privilegios que de él emanan, sin importar en lo
absoluto que la crisis de la representatividad sea una realidad que lacera sin
tregua a nuestra sociedad y sin que les importe en lo más mínimo tratar de
revertir tan perniciosa situación.