martes, 9 de junio de 2015

EL VENCEDOR

Sinceramente no entiendo que festeja el Partido Revolucionarios Institucional (PRI) en nuestra entidad ante los resultados del pasado Domingo 7 de Junio, pues los índices de participación  ciudadana solo denotan apatía, desinterés, hartazgo y aversión hacia nuestro sistema de partidos y la clase política. 
A menos que no le importe al PRI la llamada “legitimidad” y la escaza representación de ciudadanos con que se presentarán al congreso federal sus diputados electos, solo así entiendo entonces el motivo de su festejo. Y es que los datos son verdaderamente aciagos y deplorables, pues a nivel estatal, ya en conjunto, la participación fue tan solo del 45%, de un listado nominal de 1.9 millones de coahuilenses. En lo que respecta al distrito número uno, con cabecera en Piedras Negras, se registró el nivel de participación más ínfimo, pues el mismo no supero el 37%. Es decir, en términos más sencillos, de cada diez personas con derecho a voto, solo ejercieron dicha prerrogativa cuatro personas, de las cuales, la mitad voto por el partido vencedor, lo cual simplemente significa que dos de cada diez coahuilenses decide el destino político, económico y social de nuestra entidad y nación.  Y solo para ejemplificar la apatía de los votantes, en nuestra entidad los votos nulos alcanzaron el 3.5 %, superando así al Partido del Trabajo con 1.2%, Partido Humanista con 1.8%, Movimiento Ciudadano con 1.9% y PRD con 2.6% de captación de votos respectivamente.
Ante los magros resultados, es difícil ser optimista y festejar el triunfo de cualquier partido político, pues no solo el actual ganador carece de legitimidad, sino que los demás ni siquiera son tomados en cuenta por los pocos electores que acuden a las urnas, mucho menos por la gran mayoría que no acude a sufragar.  De ahí que sin lugar a dudas, el verdadero ganador es sin duda el abstencionismo. Y precisamente a ese fenómeno le apuestan los actuales legisladores que podrán reelegirse a partir de ahora cuatro veces consecutivas, pues son esos votos duros, ya sean comprados, acarreados, coaccionados o por convicción los que les permitirán mantenerse por 12 años cómodamente en el puesto a sabiendas que los ciudadanos ciertamente están molestos, pero que dicha molestia no trasciende simples comentarios y se ve reflejada en participación contundente a la hora de sufragar.
Tenemos un claro ganador en esta elección, el abstencionismo sigue siendo un mal social que nos mantiene en estado de abulia y de mediocridad,  aunque para algunos ciertamente signifique el acceso al poder y a los privilegios que de él emanan, sin importar en lo absoluto que la crisis de la representatividad sea una realidad que lacera sin tregua a nuestra sociedad y sin que les importe en lo más mínimo tratar de revertir tan perniciosa situación.