El acontecimiento me recordó un film denominado “La ley de Herodes”,
precisamente aquella escena en donde el alcalde junto a unos indios erigían un
poste para cableado de energía eléctrica, justo en ese momento, dicho alcalde
realizaba una apología de dicha obra, la cual, carecía de sentido al no existir
energía eléctrica en ese pueblito llamado San Pedro de los Saguaros.
Algo similar, guardadas todas las proporciones, fue la faramalla y
exhibición estrambótica y clara apología de la unidad apagadora o camión de
bomberos que acaba de adquirir el municipio de Allende, Coahuila. Pues en ambos
casos, se realizaron actos escandalosos para presentar a la comunidad el logro
de un objetivo, y aunque en el caso de Allende, la unidad apagadora si es una
necesidad y el contexto lo requiere, al menos para ambos casos las formas no
son las apropiadas y como en política la forma es fondo, el problema sale a
relucir de manera ostensible.
Y lo que denota el escándalo de pasear por toda la ciudad dicha unidad es
sencillamente que el gobierno municipal carece de obras que ciertamente puedan
ser consideradas suficientes y aceptables para el grueso de la población,
además de los duros cuestionamientos en materia de transparencia y el
señalamiento de tendencias autoritarias por parte del alcalde que poco abonan a
la buena imagen de la actual administración. Me parece que la idea de presentar
de esa manera la adquisición de la unidad obedece a dos factores: El primero
tiene que ver con lo poco que se ha realizado en esta administración y que cada
pequeño logro tiene que ser difundido con bombo y platillo, pues no hay nada
más que presumir, además del populismo que conlleva en sí mismo el acto de
presentación. Por otro lado, dicho acontecimiento resulta ser una cortina de
humo ante los fuertes escándalos derivados de las denuncias de autoritarismo
por parte de regidores en contra del actual alcalde, señalamientos que no
resultan ser nuevos y que tienen su origen en la imposición del contralor
municipal a inicios de la gestión actual.
En lo personal, pienso que cualquier obra, desde la compostura del más
ínfimo bache hasta la adquisición de unidades nuevas de seguridad pública son
siempre bienvenidas y sumamente positivas, poco importa si fueron adquiridas
con recursos federales o estatales, eso es lo de menos. En consecuencia, la
adquisición de la apagadora es un éxito y un beneficio para la población, pero
lo que sin duda es cuestionable, es el modo en que se presentan dicha unidad a
la comunidad, con actos decimonónicos que reflejan atraso y populismo, además
de que no me parece técnicamente aceptable que la unidad repose frente a la
presidencia todos los días cuando su lugar debiera ser el departamento de
bomberos en un claro acto de populismo que parece no terminar.