Ni la Independencia de México ni mucho menos nuestra inacabada Revolución,
pudieron transformar a México tal como lo hizo Benito Juárez García con su
resistencia, su temple y su inmensa valía con la que enfrento al inmenso poder
de la Iglesia en el siglo XIX. Y es que en el marco de su natalicio número 208,
los mexicanos han olvidado o comprendido muy poco la importancia del oaxaqueño
en la formación y consolidación del Estado mexicano y en la supervivencia de
nuestra república.
La independencia de nuestro país no eliminó en lo absoluto las
desigualdades sociales provocadas en gran parte por el clero por así convenir a
sus intereses, ni mucho menos la Revolución que sólo maquillo la dictadura con
una supuesta alternancia sexenal que el maestro Vargas Llosa denominó como la
“dictadura perfecta”.
Por el contrario, aunque Juárez no fue el autor intelectual de las leyes de
reforma, pues ese mérito pertenece al Dr. Valentín Gómez Farías, ciertamente si
fue el impulsor, precursor y defensor incansable de la aplicación de las mismas
a pesar de la oposición de la Iglesia por ver afectados sus intereses
económicos, sin embargo Juárez afirmaba categóricamente que “condición ineludible para la supervivencia
del Estado, es la separación de éste y de la Iglesia”.
Y dentro de sus frases más importantes, se encuentra aquella relativa al
respeto al derecho ajeno, pues esto significa la paz, y en ese sentido, Juárez
fue un serio impulsor del Liberalismo, aquel que simplemente significa
libertad. Libertad de cada una de las personas a escoger la vida que desee, a
tomar las decisiones que más les convengan, siempre y cuando no afecten los
derechos de los demás, y en ese sentido Juárez era un convencido de la igualdad
de todos los ciudadanos y el acceso de todos a los mismos derechos, y en ese
tenor es que las actuales libertades de todas las personas y sus derechos deben
ser respetados: Derecho de los homosexuales a contraer matrimonio y a que
adopten infantes, derecho de las personas a elegir si consumen drogas o no,
derecho a profesar las creencias religiosas y políticas que más les convengan
sin el señalamiento de aquellos puritanos que olvidan las ideas de Juárez y que
en un claro retroceso democrático y en una visión anacrónica e inveterada
cuestionan las libertades y derechos a las que todos debemos tener acceso sin
importar la condición sexual, económica y política.
En el aniversario de su natalicio, me parece que debemos hacer honor a la
memoria de un hombre que enfrento y derroto al poder de la iglesia, al poder de
los conservadores e introdujo a México en el camino de la modernidad y el
liberalismo. Y en ese sentido avanzar por dicha senda respetando siempre el
derecho ajeno para así, de esa forma, acceder a la paz social; esa que perdimos
desde aquel fatídico 18 de Julio de 1872, fecha en muere el Benemérito de las
Américas. ¡Viva Juárez y viva el liberalismo!