Siete años fueron los que tuvieron que transcurrir para que en Coahuila, la
idea de permitir que parejas del mismo sexo adoptaran niños se convirtiera en
ley; pues en una gran muestra de liberalismo y respeto a la pluralidad se acaba
de aprobar mediante modificación a varios artículos del código civil de nuestro
Estado la denominada “AdopciónGay”.
Si bien la medida ha encontrado entre sus principales enemigos a la iglesia
católica, es preciso señalar que la institución posee poca calidad moral para
emitir comentarios axiológicos luego de los escándalos de pederastia y de
opacidad sobre el tema que ha mostrado dicha institución religiosa. No obstante
y la perenne y obvia reacción de la iglesia, la adopción de niños por parte de
parejas homosexuales resulta ser una medida a todas luces positiva, pues en
primer lugar, existen miles de niños con padres heterosexuales que decidieron
abandonarlos en una clara demostración de poco cariño, y en los casos que
conozco, los homosexuales son magníficos padres, amorosos y muy comprometidos
con su labor paternal. Así mismo, los niños que crecen en hogares con padres
del mismo sexo, difícilmente crecerán con los prejuicios hacia la
homosexualidad que la mayoría de las personas poseen en una clara muestra de
retroceso y atavismos mentales.
La medida aprobada, además de positiva es eminentemente constitucional,
pues simple y sencillamente obedece al mandato de nuestra carta magna de que
nadie puede ser discriminado por ningún razón, mucho menos por preferencias
sexuales, y el negarle adopción a parejas del mismo sexo es discriminación a
todas luces ilegal. Y es que no solo se trata de discriminación, sino de la máxima
de que todos somos iguales y tenemos los mismos derecho y, consecuentemente, si
la adopción es un derecho, no veo por qué parejas del mismo sexo no puedan
adoptar infantes y educarlos ante la insolencia y desnaturalización de
progenitores que no supieron ser padres y optaron por desechar a sus hijos. Finalmente,
y ante la estulticia de algunos que piensan que los niños de “harán” homosexuales,
recientes estudios han demostrado que la homosexualidad es genética y no se
deriva de percepciones oculares. Con lo cual me parece, los principales
argumentos homofóbicos caen por los suelos de manera contundente.
Definitivamente, la medida es plausible, pues se trata de un avance a todas
luces democrático, pues el respeto a las minorías y a la pluralidad es la
esencia misma de la democracia, solo falta el elemento cívico de la tolerancia
para avanzar por la senda del liberalismo y el respeto hacia los demás, pues
como bien lo mencionara el benemérito de las Américas, Benito Juárez García: “El respeto al derecho ajeno, es la paz”.
Y justamente, las minorías gozan de los mismos derechos de aquellos que
constituimos la generalidad de la sociedad.