Es sin duda una excelente noticia, pues en un país con claros visos de
retroceso en muchos aspectos, la homofobia resulta ser un atentado contra una
sociedad que busca desde sus albores
como nación, el camino del liberalismo en todos los sentidos.
La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) estableció
que palabras como “puñal” o “maricón”, son formas denigrantes y discriminatorias
en contra de homosexuales, y a quienes las usen en algún medio de comunicación podrán
ser sancionados legalmente. Y el señalar además que dichos conceptos no están
incluidos dentro de los derechos a la libertad de expresión es sin duda un gran
avance en la materia. Y es que el trasfondo es mucho más trascendente, pues se
trata de atacar el tema de la discriminación en el más amplio sentido genérico
del concepto. Pues tradicionalmente la cuestión de discriminación ha sido utilizada
de manera coloquial en temas referentes a la equidad de género, al estatus
social, pero escasamente en temas referentes a las preferencias sexuales.
Y el tema sale a colación, precisamente por las notas relacionadas con este
tema en el que se muestran escenarios lamentables de países que en un claro
retroceso democrático, penalizan gravemente este tipo de relaciones. Por
ejemplo en Irán el castigo para los homosexuales son latigazos en público,
mientras que en Bangladesh es cadena perpetua este tipo de relaciones, no
obstante, el extremismo es ostensible en países como Arabia Saudita, Mauritania
y Yemen en donde la pena capital es el castigo para las relaciones
homosexuales. Ciertamente estamos muy lejos de ese tipo de escenarios, no
obstante, mal de muchos no es consuelo de nadie y la discriminación en mayor o
menor medida no deja de ser un tema denigrante para cualquier sociedad y un
atentado contra la democracia y la pluralidad.
Si bien en México ha habido avances en la materia, el camino aún es largo y
lleno de reticencias, obstáculos y atavismos religiosos y moralistas que sin
duda se oponen a la homosexualidad, pero que sin duda deben ser abatidos en
aras de la existencia de una sociedad liberal, incluyente, democrática y con
respeto a las minorías, y sin duda este tipo de condenas a palabras que
resultan ser ofensivas y lacerantes es un gran triunfo en el camino correcto
del imperio de la legalidad. Y es que en lo personal, me parece que el respeto
a las preferencias de cualquier tipo deben ser protegidas por el Estado, pues
cada persona sobre su cuerpo y decisiones es absolutamente soberana y el resto
de los ciudadanos debemos de respetar la soberanía de los demás, pues como bien
lo dijera Benito Juárez tan acertadamente: “[…] El respeto al derecho ajeno es
la paz”
Sin duda un paso más que merece el reconocimiento apropiado por tratarse de
un tema nodal: la lucha contra la discriminación.