Finalmente sucedió, el Pacto por México ha sufrido su primer cisma derivada
de las negociaciones sobre la reforma energética. Si bien los meteóricos acuerdos al interior
del mismo que finalizaban en las cámaras legislativas y que dieron sus frutos
con reformas como la de telecomunicaciones, laboral y educativa y que daban
señales de un avasallante nivel de acuerdo, unanimidad y excelsa negociación
entre las principales fuerzas políticas de nuestro país, se ha topado ahora con
el fantasma de la riqueza energética, mismo que resulta ser anatema a la hora
de intentar cualquier tipo de reforma al rubro en mención por una gran parte de
la sociedad mexicana. Y es que no es
para menos, pues tan solo en lo que al petróleo se refiere, el oro negro
mantiene más del 40% de las finanzas públicas en México; por ello no se trata
de un tema menor, sino de enormes cantidades de recursos que están en juego y
que resultan ser un botín para algunos, poder político para otros, y,
finalmente, cuestión de soberanía para terceros. Sin embargo, no es el tema
energético lo que ha causado la explosión mediática, sino la fractura del Pacto
y este puede ser analizado desde varias perspectivas: la primera es sobre la
razón del PRD de abandonar el seno de dicha mesa de negociación y la segunda
sobre la gravedad o nimiedad que puede significar dicha ruptura para la
Democracia.
En primer término, el PRD tiene toda la razón en abandonar el Pacto, pues dicho
partido a invocado a una consulta popular que tiene toda la validez y legalidad
posible, pues en el artículo 35 de nuestra constitución se incluyó la
realización de consultas populares como derecho de los ciudadanos. Y aunque no
hay todavía ley secundaria, la Suprema Corte ha decidido que mientras la ley se
encuentre en la constitución, a reserva de si tiene o no ley secundaria, debe
aplicarse invariablemente. Y dicho artículo menciona que las consultas deberán
tratar sobre temas de trascendencia nacional, desde luego que el petróleo es un
tema de interés nacional. Y para llamar a consulta, se debe contar con el
respaldo del 2% de los ciudadanos inscritos en la lista nominal, listado que el
PRD afirma poseer en estos momentos. Y en caso de realizarse la consulta, si el
40% de los ciudadanos de la lista nominal vota por determinada cuestión, ésta
será vinculatoria para el gobierno. En base a ello, el PRD tiene toda la razón
al abandonar el Pacto, pues parece que PAN y PRI buscan dejar de lado a la
sociedad en tan importante tema.
Finalmente, me parece que la fractura es sinónimo de Democracia, y no de lo
contrario como afirma el PRD, pues la Democracia es precisamente pluralidad,
divergencias, y no necesariamente unanimidad y en ese sentido en donde la
mayoría se imponga existe, invariablemente, la Democracia.
Si el PRD abandona el Pacto es señal de Democracia, pero lo que si sería un
atentado a la misma, sería no respetar el artículo 35 de nuestra carta magna. He
ahí la esencia del verdadero problema detrás de la aparente fractura.