jueves, 14 de noviembre de 2013

LEGITIMAR DECISIONES

En los albores de la reforma en materia energética que inexorablemente se avecina, la izquierda, representada por el PRD ha lanzado una iniciativa tendiente a recolectar firmas para invocar a una consulta popular que permita conocer el punto de vista de la ciudadanía sobre la posible intervención de capital privado en el funcionamiento y operatividad de la paraestatal Petróleos de México (PEMEX), puesto que dicha inversión siempre se ha considerado anatema dentro de nuestra legislación y el seno de nuestra propia sociedad. Sin embargo, no es sobre la reforma energética en sí misma sobre lo que me parece importante disertar, sino por la medida que intenta llevar a cabo el PRD y que es considerado en muchos países un mecanismo alterno de participación ciudadana, me refiero a las consultas populares, al referendo y al plebiscito.  
La idea del régimen representativo supone la existencia de representantes populares electos democráticamente en un proceso transparente, legal y certero, por lo que en teoría, dichos individuos representan diversos sectores populares y velan por los intereses de dichos sectores. En virtud de ello, parece ocioso el que existan mecanismo alternos que en cierto modo pongan en tela de juicio las decisiones tomadas por los representantes democráticamente electos, pues se supone que sus decisiones deben ser vinculatorias. Por ello no parece sano en una democracia consultar a la ciudadanía sobre un tema en particular cuando se supone que los representantes están para realizar ese trabajo. No obstante, la idea de la representatividad es realmente una falacia, y para muestra un botón: En la elección para elegir gobernador en nuestra entidad en el año 2011, únicamente votaron el 60% del listado nominal, sin embargo, por el vencedor de la contienda votó solamente el 34% de los votantes, mientras que el restante 26% lo hicieron por los demás partidos. Es decir, que si la elección de gobernador dependiera de 10 ciudadanos coahuilenses, únicamente tres decidirían por los siete restantes.
O en otras palabras, tanto el abstencionismo como la pluralidad política merman directamente el sistema representativo al ocasionar que los ganadores gocen siempre de poca legitimidad trayendo como consecuencia que la mayoría de los ciudadanos no se sientan representados por los gobernantes en turno. Por ello se hace necesaria la existencia de mecanismos alternos de participación ciudadana que permitan escanear el sentir, la percepción y la opinión de aquellos ciudadanos que ciertamente son mayoría y que no se sienten cobijados por el régimen representativo.

Por ello, me parece que antes de que se piense en una reforma energética, es menester abogar por una reforma política que legalice y permita el despliegue de este tipo de mecanismos de inclusión ciudadana en la toma de decisiones importantes. Se trata, finalmente, de legitimar las decisiones del gobierno.