En realidad es una idea atractiva, federalizar las elecciones acabaría con
muchos vicios en las entidades federativas en lo que respecta al desempeño de
los institutos electorales locales, quienes, mucho se ha comentado, guardan
poca parcialidad a la hora de organizar elecciones. Ante ello, varios
institutos electorales estatales han alzado la voz a través de sus consejeros
presidentes con diatribas como: ataque a la autonomía de los Estados, gasto
excesivo del IFE en comparación con dichos institutos, entre otras acusaciones.
Desde luego que les molesta la idea de que un ente con jurisdicción nacional
les quite lo que se ha convertido en un negocio en algunas veces hasta
familiar.
Y es que tan solo para el caso de Coahuila, el IEPEC adolece de diversas
falencias que minan realmente su profesionalismo y su parcialidad a la hora de
organizar los comicios electorales.
Para empezar, su cuestionable reclutamiento de capacitadores y supervisores
electorales, que queda siempre a discreción del encargado de capacitación en
dicho instituto es sumamente deficiente en comparación con el reclutamiento que
realiza el IFE, pues en el IFE se seleccionan a quienes obtienen las
calificaciones más altas en un proceso más transparente, mientras que en el IEPC, la transparencia no es una
virtud institucional en este proceso de reclutamiento, toda vez que dicha
persona es quien decide quien ingresa y quien no independientemente de su
desempeño en el examen para ingresar de manera temporal.
Otro de los males del IPEC, es su diletante consejo general, quienes son
electos por cuestiones de influencia política y no por méritos académicos como
debería de ser. El mismo consejero presidente fue reelecto en una votación
intempestiva y súbita al enviar su solicitud de reelección pro siete años y
aprobada en “caliente”. Y ni hablar de familiares de funcionarios que llevan
años laborando en dicho instituto en un claro ejemplo de nepotismo. Pero quizá
su mal mayor, es la facilidad con la que el IEPC
aprueba la conformación de más partidos “morralla” en nuestra entidad, pues
hasta la fecha abundan los partidos en Coahuila que sólo sobreviven por sus
coaliciones que realizan en cada elección con partidos grandes y que reciben
cantidades de dinero que bien pudieran canalizarse a otras necesidades más
apremiantes de Coahuila.
Finalmente, la capacitación y educación cívica del IEPC es paupérrima, pues
en cada elección siempre el gran triunfador es el abstencionismo electoral.
Denotando con ello el mediocre y diletante trabajo del IEPC en el área de
educación cívica.
Definitivamente, son muchos los detalles que dan la bienvenida a una
iniciativa como la conformación de un ente nacional que sea el rector electoral
en los tres ámbitos de gobierno, pues la eficiencia, la transparencia y el
profesionalismo serían, invariablemente, superiores a las condiciones que
actualmente reinan dentro los institutos electorales locales.