miércoles, 9 de octubre de 2013

AUMENTO ACEPTABLE

El pasado Sábado amanecimos con la novedad de un incremento de 11 centavos en el precio de la gasolina, situación que molesta a usuarios de vehículos motorizados. Sin embargo, y aún a pesar de dicho incremento, el subsidio del gobierno en este combustible será de 76 mil millones de pesos. Es decir, esta inmensa cantidad de dinero que se invierte para que el costo de la gasolina no sea tan elevado beneficia sólo a una parte privilegiada de la sociedad mexicana. Y es que según datos recientes del Economist.com, en México existen 142 vehículos por cada mil habitantes, es decir, tan sólo el 14% de los habitantes de los 112, 336 538 habitantes según datos del último censo realizado por el INEGI poseen vehículo propio. En ese sentido, me parece que el subsidio a la gasolina es un aportación  gubernamental que no tiene sentido de existir, pues se benefician exclusivamente una pequeña parte de ciudadanos que tienen la posibilidad de hacer uso de vehículos sin importar el modelo y marca de automóvil. Por eso soy uno de los principales convencidos de que dicho subsidio debe desaparecer, pues para empezar  la eliminación de dicho subsidio traería consecuencias saludables en varios sentidos, la primera sería una disminución del uso de vehículos y que tendría impacto directo en la reducción de las emisiones de CO2, gas culpable del llamado efecto invernadero y que es causante del llamado calentamiento global que amenaza seriamente nuestro planeta. Por otro lado, esa inmensa cantidad de dinero que se utiliza para subsidiar podría ser canalizado a otras prioridades tales como el desarrollo social, la educación o la seguridad social, temas que son nodales para el crecimiento de nuestro país. Finalmente, el uso de bicicletas para transporte o la manera pedestre de trasladarse tendrían mejores resultados en la salud de las personas que el impuesto a los refrescos que buscan eliminar el problema de la obesidad. Los impuestos generalizados deben buscar también beneficiar a grupos generalizados, no privilegiados, y el subsidio a la gasolina es, justamente, un apoyo que privilegia solo a ciertos grupos con capacidad para adquirir un vehículo con el consecuente daño al erario derivado del subsidio gubernamental y el inexorable daño que genera en el medio ambiente con las emisiones del venenoso CO2. Por ello no sólo apoyo, sino que celebro el aumento a los combustibles, en un claro gesto de solidaridad con la mayoría de los mexicanos que no poseen vehículos de transporte y en una clara manifestación de apoyo hacia el medio ambiente, pues se supone que el crecimiento debe ser sustentable, es decir, amable con la naturaleza. Subsidios como la energía eléctrica deben continuar, pues su uso es generalizado, no así como los automóviles.

Quizá suene antipopular, pero, insisto, es la mayoría de los mexicanos los que no poseen medios de transporte motorizados y quienes necesitan diversos apoyos gubernamentales que bien pudieran provenir de un  pésimo subsidio a la gasolina que lo único que hace es generar mayor contaminación y beneficiar a una minoría con poder adquisitivo para hacer uso de vehículos que sinceramente perjudican tanto al erario público como a la naturaleza en general. Otros rubros necesitan esos 76 mil millones de pesos, como por ejemplo becas a estudiantes, apoyo a necesitados, damnificados, personas en situación de pobreza, seguridad pública, infraestructura, etc., etc., hay que, pues, establecer prioridades de manera sensata.