Ha llegado por fin el momento decisivo, este domingo 7 de Julio elegimos
alcaldes en los 38 municipios de nuestra entidad, y a pesar del bombardeo mediático
y callejero de spots y propaganda mostrándonos a interesados en gobernar
municipios prometiéndonos la solución a todos nuestros problemas tanto sociales
como económicos, la proyección de participación no es muy alentadora y no se prevé
abrumadora ni mucho menos digna de honorarios.
Y es que, lamentablemente, el IEPC hace muy poco para incentivar la cultura
cívica referente a la participación ciudadana electoral al no trascender las clásicas
firmas de convenios de colaboración con instituciones públicas y privadas y los
estériles eventos pugilistas y de entretenimiento con los que pretende atraer
ciudadanos a las urnas. Pero nada puede esperarse de un consejo electoral
conformado por improvisados y dirigidos por el mismo sujeto con las mismas
ideas inveteradas de cada proceso electoral.
No obstante, a pesar del fracaso del IEPC en educación cívica, existe otro
factor que debe obligarnos a participar y dejar de lado actitudes apáticas e
indiferentes frente al proceso electoral del 7 de Julio. Y es el relacionado
con el costo económico de cada boleta electoral que se usarán en la elección. El
presupuesto del IEPC para esta elección es de 259 millones 908 mil pesos, y si
dividimos esa cantidad entre los ciudadanos inscritos en la lista nominal para
esta elección, tenemos que cada boleta tiene un costo de aproximadamente 852
pesos.
Es en ese sentido que debemos hacer uso de ese recurso ya invertido, no
desperdiciarlo, pues por cada ciudadano con derecho a voto y que no sufraga se está
tirando a la basura dicha cantidad de dinero. A reserva de que los ciudadanos
que no militamos en ningún partido político y que ningún candidato nos parezca
apropiado, el simple hecho de ir a tachar la boleta completa denota por un lado
una manifestación netamente ciudadana de rechazo a las ofertas políticas del
momento, mientras que por otro lado significa que se ejerció un gasto de manera
óptima, pues de cualquier modo la inversión ya está hecha, y en ese sentido la idea
es ir a consumar la inversión.
Y es que lograr niveles de participación de entre el 50 y 52% no resulta
para nada ejemplar, aunque para el IEPC sea toda una proeza dada su
ineficiencia y se vanaglorie en cada elección de haber derrotado al
abstencionismo, la verdad es una falacia completa. Por ello, si no participamos
por convicción ciudadana, tal cual debiera ser, al menos debemos hacerlo por
convicción económica, o quizá hasta por indignación, pues del presupuesto del
IEPC, los partidos políticos gastaron en sus campañas la nada despreciable
cantidad de 8 millones 102 mil 969 pesos, y eso, no puede ser indiferente a los
ciudadanos en general. Es preciso salir a sufragar.