No se trata de descalificar por el simple hecho de hacerlo, para ello, la
dirigencia de la disidente Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE), presentó pruebas contundentes que le dieron un golpe casi
mortal a la llamada prueba del llamado Examen Nacional de Logro Académico en
Centros Escolares (ENLACE), al presentar días antes de la aplicación de dichas
pruebas copias de los exámenes que la CNTE asegura se vendieron a maestros en
precios que oscilaban entre 300 y 2000 pesos. Esto con el objetivo de prepara a
los alumnos con las respuestas indicadas para que los resultados reflejaran una
realidad muy distante al escenario actual.
En lo personal he observado la aplicación de la prueba en varias ocasiones,
y en dichas aplicaciones nunca han existido criterios rigurosos para el
desarrollo de la misma, es decir, los alumnos pueden copiarse sin ningún problema
y bajo la mirada permisiva de los docentes encargados de la aplicación, es
decir, la aplicación de la prueba es más bien el cumplimiento de un formalismo
más en la gama de requisitos burocráticos en un país en el que la simulación se
da en todos los ámbitos de la vida pública. O en otras palabras, aplicamos
ENLACE y EXCALE para obtener resultados que disfracen la terrible mediocridad
de los alumnos y docentes del sistema educativo mexicano en una clara
simulación para seguir con la comodidad de la monotonía y la ley del mínimo
esfuerzo.
No por nada el Secretario de educación pública, Emilio Chuayffet, anunció
que el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), revisará
la posibilidad de desaparecer esa prueba en un análisis sobre la confiabilidad
y validez de la misma. Y es que ciertamente la denuncia se sustentó de manera
empírica al presentarse copias de los exámenes ENLACE ante representantes de la
SEP antes de que se abrieran los paquetes sellados que contenían dichas
evaluaciones. Nada había que argumentar ante tan contundente golpe. No obstante,
en lo personal, no me sorprendió en lo absoluto la noticia sobre la farsa de la
pruebas de calidad educativa en nuestro país, pues era esa una verdad de Perogrullo;
y es que realmente si las pruebas que se aplican a maestros y alumnos fueran
estrictas, tal cual lo menciona Eduardo Andrade en su reciente libro: “La
Escuela Rota: sistema y política en contra del aprendizaje en México”. Simplemente
nos quedaríamos sin maestros.
Me parece que en el marco de la reforma educativa recién aprobada, la ley
secundaria debe comenzar a elaborar mecanismos serios y auténticos de
evaluación, vinculados a promoción y remoción de plazas magisteriales sujetas a
desempeño profesional, pero también abordar lo que el mismo Andrade señala:
Pobreza y Desigualdad, pues de nada servirá contar con nuevos y altamente
capacitados docentes, si seguimos manteniendo el mismo endeble tejido social
que no permite avanzar en la dirección correcta en materia educativa.