Ha sido renovada la dirigencia del Instituto Coahuilense de Acceso a la
Información (ICAI). Teresa Guajardo Berlanga sustituye a Raúl Villarreal
Barrera, ex presidente al cual le quedo grande el puesto, pues el ICAI a duras
penas cumple con mínimos preceptos enmarcados en la normatividad de su formal
existencia.
Para empezar, la mayoría de los municipios coahuilenses no cuentan con el
sistema de solicitudes de información electrónicas, y el ciudadano interesado
debe acudir personalmente al ayuntamiento o entidad pública gubernamental, en
caso de negativa, como suele suceder, el recurso de revisión debe enviarse vía
paquetería con costo al ciudadano interesado, pues al no haber sistema no
existe otra manera de inconformarse. De ahí que en Coahuila hay que pagar por
ejercer derechos constitucionales.
Otra de las deficiencias del Instituto está directamente relacionada con
los tiempos que debe el ciudadano esperar para que se le entregue información
(20 días hábiles), mas lo que hay que esperar en caso de negativa al interponer
el recurso de revisión (40 días hábiles), todo este tiempo, al parecer,
diseñado para extenuar al ciudadano que intenta conocer el quehacer
gubernamental a detalle.
Así mismo, la ley de acceso a la información pública señala en su artículo
12, que el instituto capacitará y actualizará a los servidores públicos en
materia de transparencia, y lo que sucede es que la mayoría de los funcionarios
desconocen los preceptos mínimos de transparencia y rendición de cuentas. El
mismo precepto estipula que el Instituto impulsará en los programas de estudio
de las instituciones educativas contenidos relacionados con tan importante
derecho cívico, cosa que hasta la fecha no se ve reflejado en ninguna sola
escuela pública de la entidad, pues al parecer ciudadanos inquisitivos y
atentos a la cosa pública no convienen a los intereses del gobierno en general.
Estas y muchas más son falencias que aquejan al ICAI, la eficiencia de la
gestión de Teresa Berlanga se verá acotada si no se atienden estos detalles, no
obstante, es menester otorgarle a la presidenta el beneficio de la duda, y no
deberá escudarse en que dos años son insuficientes para efectuar las
modificaciones que el ICAI requiere para dejar de ser un ostentoso elefante
blanco. Pues se trata de una conquista cívica y un auténtico mecanismo de
participación ciudadana que no debe caer en formalismos ni en vicios que
vuelvan su existencia vacua y ornamental. Tal cual sucede en estos momentos
tanto con la ley en la materia y su respectivo instituto.