jueves, 14 de febrero de 2013

DESPILFARRO ELECTORAL


Despilfarro, dilapidación, derroche, dispendio, todos ellos conceptos que molestan, irritan, que generan un estado de animadversión y a la vez de impotencia ciudadana. Y es que el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Coahuila (IEPC) gastará en este proceso electoral del próximo 7 de Julio en Coahuila casi trescientos millones de pesos en la organización de dichos comicios electorales. Es decir, más del 150% de lo que gastó en el proceso electoral pasado.
Y es que cuando se analiza la distribución de dichos recursos afloran detalles que causan nausea, pues nada más por el concepto de prima vacacional, dominical y gratificación anual se gastarán casi 60 millones de pesos, la misma cantidad que se gastará en el pago al personal operativo transitorio que se dedicará a las labores de capacitación, esto sin mencionar que dichos puestos laborales temporales se encuentran monopolizados y son entregados a discreción por el encargado del área de capacitación electoral.
Lo que también resulta cuestionable es la eficiencia del propio instituto tanto en la cuestión electoral, así como en lo relativo a la aplicación de la Ley de Participación Ciudadana del Estado de Coahuila, pues a pesar de mencionar constantemente en los medios que vencimos al abstencionismo, la realidad es otra, pues a duras penas el IEPC y su nula falta de educación cívica no logran romper la racha del 52% de participación electoral por Municipio en cada elección, aunque para ellos esto resulte algo loable. De igual manera, poco o nada se ha hecho en materia de difusión de mecanismos de participación ciudadana como el plebiscito, referendo e iniciativa ciudadana por no convenir a los intereses de la clase gobernante y de paso para no hacer trabajar al IEPC en tiempos no electorales.
Si la inversión de recursos fuera proporcional a los resultados, el IEPC hace mucho que sería una empresa quebrada. Por ello la necesidad de federalizar las elecciones en este país, pues no son tiempos de abundancia, son tiempos en que la austeridad debe ser la regla máxima en todo aquel instituto que maneje recursos públicos, no obstante, el IEPC parece no entender el contexto actual e insistir en un derroche injustificado de recursos en el que la transparencia del uso de los mismos resulta muy cuestionable.
No se trata de atentar contra la democracia, pues la organización electoral es sumamente importante, no obstante, hay detalles que resultan perniciosos y lo único que denotan es uso y abuso de recursos públicos justificados por un supuesto acto cívico que ni siquiera asemeja ser tal. El IEPC parece serle fiel a aquella inmortal frase de Maquiavelo: El fin justifica los medios.