martes, 19 de febrero de 2013

ALLENDE: INEFICIENCIA POLICIAL


No se trata de las clásicas falencias de los aparatos de seguridad pública de los municipios de nuestro país, pues si bien es cierto que cuestiones como el equipamiento y adiestramiento varían mucho dependiendo del tamaño del municipio, también es cierto que la eficiencia no está peleada de ninguna manera con la limitación de recursos.
El problema es cuando los aparatos de seguridad pública se vuelven no sólo ineficientes, sino perniciosos y ominosos para la sociedad a la cual deben invariablemente de servir bajo cualquier circunstancia. Es el caso de la ineficiente, corrupta, reactiva, diletante y ornamental policía de Allende, Coahuila. Aparato de seguridad que se ha vuelto “cazador” de conductores y ha desvirtuado el aspecto de la prevención para convertirla en rapaz reacción.
En lo personal, me parece correcto que la policía se dedique a aplicar el reglamento de vialidad, el detalle es que el mismo carece de fundamento jurídico al no existir reglamento de tránsito municipal y tampoco existir actas de cabildo en donde se demuestren los acuerdos tomados por el cuerpo edilicio en temas de seguridad pública referentes a vialidad. Sin embargo, los conductores que no respetan las señales de tránsito, deben ser irremediablemente castigados. El inconveniente es que la policía de Allende, se oculta en lugares en donde asecha conductores desprevenidos, cuando lo correcto es situarse en un lugar visible para que su presencia “prevenga” conductas inapropiadas de los conductores, en ello radica el nombre de policía preventiva. No obstante, la idea es esperar una transgresión aunque sea ligera para reaccionar inmediatamente y aplicar la sanción correspondiente en una clara actitud recaudatoria probablemente ordenada por el propio alcalde municipal. Han tomado una actitud represiva en lo particular hacia una escuela de bachilleres de la Universidad Autónoma de Coahuila, pues esperan a los jóvenes para infraccionarlos bajo cualquier pretexto. No obstante con ello, a cualquiera que ha cometido alguna infracción y que es remitido a la comandancia, tiene que acatarse a los designios de un letrero hecho a mano que señala multas dependiendo del grado de la intensidad de la voz y de la vehemencia con la que los conductores aleguen su inocencia, cabe preguntarse si dicho letrero lleva el visto bueno del cabildo en su respectiva acta o es otra medida recaudatoria del alcalde Sergio Lozano.
Todo esto sin mencionar aspectos que son todavía más deplorables quizá propios del quehacer policial en nuestro país. Si el alcalde desea marcharse con una buena imagen, es preciso atender estos pequeños, pero significativos detalles, pues no se trata de permitir que cualquiera transgreda las leyes de vialidad, sino que se capacite a una ineficiente policía que poco abona a la buena imagen tanto de la ciudad, como de la propia seguridad pública en general.