Definitivamente soy consciente de lo impopular que resulta ser enemigo de
los subsidios, pues generalmente una parte de la sociedad, aunque sea mínima,
hace uso de los mismos y tratándose, pues, de privilegios, siempre resultan ser
éstos intocables.
Nunca me ha parecido sano, desde el punto de vista de las finanzas
públicas, un gobierno que subsidia energéticos como el caso de la gasolina,
pues la misma es usada por propietarios de vehículos que según datos del INEGI,
no suman más del 42% de los mexicanos en su totalidad, es decir, no me parece
que se apoye con dinero gubernamental que bien puede ser destinado a otro tipo
de necesidades más genéricas a que se apoye a tenedores de vehículos que hasta
la fecha no suponen ser una mayoría, ya que mayormente los mexicanos no poseen
vehículo particular.
Por ello celebro el aumento constante de las gasolinas, pues no se debe
privilegiar a los ya privilegiados que poseen vehículo propio, así mismo, el
aumento de los precios provoca que se usen menos los vehículos y se opte por el
uso de transportes colectivos con lo que se reduce la contaminación derivada
del uso de automóviles.
En vista de ello, si no me parece correcto el subsidio gubernamental a
particulares, mucho menos cuando se trata de subsidiar a ámbitos de gobierno.
Tal cual resulta ser el caso de la reciente donación de combustible por parte
de PEMEX al municipio de Nava, Coahuila. Para empezar, PEMEX se encuentra desde
hace tiempo en números rojos debido los agresivos impuestos que le cobra la SHCP.
Así mismo, un municipio como el de Nava, en el que hasta los fines de semana se
observan las camionetas oficiales en circulación sin motivo laboral aparente,
gastando el combustible de manera indiscriminada, y de paso entregarle
combustible para que disponga de él, es darle todavía un cheque en blanco a un
municipio que en sus memorias históricas más recientes se escucha la palabra
despilfarro.
Para ello el municipio cuenta constitucionalmente con su hacienda propia,
para hacerse de recursos y gastarlos con base en una planeación presupuestal
previamente elaborada, aunado a esto las participaciones federales y estatales
que recibe cada municipio, por ello me parece absurdo y hasta una necedad que
PEMEX entregue su producto a sabiendas de la crisis interna que sufre en una
clara muestra de paternalismo que se supone estaba siendo erradicado. En todo
caso y en la peor de las situaciones, es preferible que PEMEX regale el
combustible a particulares como premio al consumo a que lo usen servidores y
funcionarios que poco sirven y funcionan. Aunque ninguna de las opciones es,
financieramente hablando, correcta.