Al menos en lo personal yo no escuche mencionar al presidente electo,
Enrique Peña Nieto, la palabra privatizar cuando se refirió a PEMEX. Lo que al
menos yo entendí fue que el priísta profirió la necesidad de inversión privada
para eficientar a la paraestatal, situación que esta demasiado lejos de una
privatización total de la empresa petrolera.
No obstante, la idea de inversión privada en algunas áreas de PEMEX me
parece que no sería ominosa para nuestro país, pues es cierto que PEMEX en la
actualidad no cuenta con la tecnología necesaria para la exploración y
extracción de crudo en aguas profundas. Sin embargo, no es tema nuevo, en cada fin
e inicio de nuevo sexenio se habla de la posibilidad de privatización sin que
hasta la fecha algo se haya hecho al respecto, pues para empezar, los mismos
estatutos del PRI le impiden intentar hacer propuestas de reforma con fines
privatizadores del crudo mexicano. Y por si fuera poco, nuestra propia constitución
considera anatema la posibilidad de perder la soberanía sobre nuestro oro
negro. Finalmente, PEMEX, posee un patrimonio negativo de 192 mil millones de
pesos, si quisiéramos privatizar la empresa, primero habría que pagar esa
cantidad. Es decir, pagaríamos por vender la empresa.
Realmente el problema de PEMEX estriba en su operación perenne con números
rojos, es decir, con pérdidas constantes a pesar de los altos rendimientos
derivados de aumentos tanto de producción como de precios internacionales. El
verdadero problema de insolvencia de PEMEX radica en la pesada carga fiscal a
la que está sometida dicha empresa por parte del gobierno federal a través de
la Secretaria de Hacienda (SHCP), pues en el afán de mantener un aberrante y
peyorativo aparato burocrático federal se ha desangrado a la empresa para
mantener gasto corriente.
Los datos son más que evidentes: nada más en el periodo de 1985 a 2005, la
empresa tuvo ingresos por 471 mil millones de dólares, menos gastos de
operación por 215 mil millones, la utilidad es de 256 mil millones de dólares.
Sin embargo, PEMEX pago impuestos por la cantidad de 284 mil millones de
dólares. Ello nos deja un déficit de 28 mil millones de dólares que la empresa
tiene que pagar en impuestos.
Me parece que la inversión privada en PEMEX transformaría inveterados
sistemas anacrónicos de producción, eficientando ciertamente la exploración y
extracción, pero de nada serviría si antes el gobierno federal no deja de
ordeñar a PEMEX para mantener los privilegios de políticos y altos
funcionarios. De ahí que si lo que buscamos es volver a PEMEX una empresa
rentable, la solución no es privatizar, sino quitarle de encima los abusivos
impuestos que el gobierno federal le aplica a la paraestatal en perjuicio de
todos y cada uno de los mexicanos.