jueves, 25 de octubre de 2012

EL PROBLEMA EDUCATIVO


En lo personal ya no considero necesario conocer de cualquier fuente la triste realidad del sistema educativo mexicano, pues son verdades de Perogrullo el saber que contamos con un sistema magisterial anacrónico, inveterado, corrupto y diletante conformado por un buen número de docentes sin vocación, sin preparación y sin compromiso real para con la educación pública. De ahí que los datos arrojados resultan ser en el mejor de los casos cíclicos, pues siempre son los mismos.
Sin embargo, no son los maestros los verdaderos culpables de nuestra desgracia educativa  y de ser un país de reprobados, sino que el verdadero problema recae en el pernicioso Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), quien con todo su poder se ha opuesto en la práctica a la evaluación, al desempeño meritocrático, a la innovación, a la mejora continua y a la actualización docente.
Dicha aberración sindical parece no tener límites, pues su lideresa vitalicia alega siempre ataques políticos cuando alguna autoridad intenta meter en cintura al magisterio en éste país. Siendo que las tácticas políticas y chantajistas son propias de dicho gremio y no conforme con obstaculizar el desarrollo educativo de este país, que por cierto les resulta cómodo a un buen número de profesores, ahora buscan perpetuar con términos eufemísticos la dirigencia de Elba Esther Gordillo y chantajear al gobierno entrante de Peña Nieto con una serie de exigencias que resultan insultantes para el grueso de la población: Ampliación de cuatro a seis años la duración de los cargos sindicales, salario mínimo de los maestros fijado en seis salarios mínimos, es decir, poco más de once mil pesos; que el aguinaldo y la prima vacacional sigan exentos de Impuesto Sobre la Renta (ISR), incrementos en los programas de carrera magisterial y administrativa. Así como la redirección del 8% del PIB a la educación en México.
No solo insultantes, sino hasta ignominiosas dichas peticiones, pues en este país no deben existir ciudadanos de primera y de segunda ni mucho menos grupos privilegiados que ni siquiera merezcan privilegios, emolumentos, canonjías por presentar un mediocre desempeño tanto en las evaluaciones de los profesores que en su mayoría salen reprobados, así como en los estudiantes también reprobados producto del paupérrimo desempeño de los docentes en clase.
Lo que realmente preocupa es que el próximo gobierno ceda ante las exigencias del SNTE, pues hasta la fecha ninguna autoridad ha tenido los arrestos suficientes como para meter en cintura a tan pernicioso gremio educativo. De ahí que llegarán y se irán reformas, acuerdos e intenciones loables de renovación educativa, no obstante, quedarán en el anaquel de las buenas intenciones si no se arremete de una buena vez contra el sindicato, sus líderes y los integrantes conformistas que gozan de vivir rodeados de privilegios en base a ley del mínimo esfuerzo.