¿Realmente es una mala noticia en
materia económica y social la súbita apreciación del huevo en nuestro país?
¿Cuál es el verdadero trasfondo que debe de preocuparnos y sobre todo ocuparnos
de dicho aumento de precio?
Y es que los 40 pesos que ha
alcanzado el kilo de huevo en algunas regiones llama poderosamente la atención
a la vez que atenta contra uno de los más elementales componentes de la dieta
de los mexicanos. No obstante, aún y con la súbita noticia del aumento, no deja
de ser éste un problema económico coyuntural, pues no representan realmente un
serio obstáculo para los economistas o responsables de la cartera económica en
nuestro país. Pues todo se resuelve con la simple importación de huevo tanto de
Estados Unidos como de otros países de Latinoamérica.
El verdadero problema, sin embargo,
tiene que ver con la extrema facilidad en que en este país los especuladores
pueden trastornar cualquier ámbito de la economía a través del control de
determinados productos y poner en jaque tanto a los consumidores como a las
propias autoridades. Ese es realmente un problema económico estructural. Es
decir, ante la falta de un marco regulatorio serio y con alcance punitivo real
que castigue este tipo de prácticas cualquiera puede efectuar estos actos
delictivos de manera reiterada a diferencia de lo que ocurre en otras naciones
desarrolladas. En donde las autoridades regulatorias en materia económica
cumplen a cabalidad su papel llevando a cabo un estricto control de la oferta y
la demanda que únicamente se ve alterado por fenómenos relacionados con la
naturaleza; tal cual sucede con las sequias, inundaciones o incendios que
merman la producción de determinados insumos provocando con ello desajustes que
se reflejan en aumentos de precios. Fuera de ello la regulación es una palabra
que se impone y genera las condiciones tanto de competencia como de oferta
atractiva para los consumidores.
Pasada la crisis del huevo,
aproximadamente por el mes de Diciembre, como todo problema coyuntural,
dejaremos el tema de lado y nos dedicaremos a seguir con el tradicional estilo
de vida sin modificar estructuralmente nuestro sistema económico dejando las
puertas abiertas para el próximo especulador que tenga ganas de lucrar con
cualquier producto en detrimento del pueblo en general y bajo el auspicio tanto
de la Comisión Federal de Competencia, la Secretaría de Economía y la
Procuraduría Federal del Consumidor. Quienes, en teoría, deberían haber
trabajado siempre en comparsa para evitar tan lamentables y vergonzosos
episodios como los que en estos momentos atraviesa el huevo.