Lejos de la frustración de haber perdido a su hijo; la invitación del escritor, Javier Sicilia, emitida al público hace unos días invitándolo a anular las boletas electorales el día de la elección me parece ciertamente fundamentada.
El hecho de que el gobierno federal no haya cumplido con los ochos puntos acordados con el movimiento por la paz con justicia y dignidad pone en tela de juico la efectividad del gobierno en su lucha contra la delincuencia organizada. Pero no sólo por la falta del cumplimiento de lo acordado, sino por la sensación generalizada de descontento hacia la clase política que no trasciende la ineficiencia en su accionar en esta lucha interminable y perenne contra el crimen organizado.
Ciertamente una de las causas de la baja participación ciudadana a la hora de sufragar en cualquier elección está relacionada directamente con la apatía ciudadana derivada del sentimiento antes señalado; por lo que se han realizado estudios para medir no sólo en términos sociopolíticos dicha apatía, sino también en términos económicos. Pues se ha llegado a demostrar que la organización electoral y todos los vericuetos que la rodean generan un costo de poco más de 300 pesos por cada ciudadano con derecho a votar. Por ello las autoridades hacen siempre un llamado a no desperdiciar dichos recursos ni desperdiciar tampoco la conquista cívica que supone el privilegio de poder votar por nuestros representantes.
No obstante, el hecho de asistir a la urna y marcar la boleta de tal manera que no indique claramente tendencia o preferencia alguna por parte del ciudadano votante y que derive en boleta anulada es verdaderamente una expresión netamente cívica y electoral, pues denota una insatisfacción o descontento por parte del ciudadano con la clase política actual y envía el mensaje de que ninguna de las ofertas políticas satisfacen en ese momento sus expectativas como ciudadano elector. Porque una cosa es no asistir a sufragar y otra muy diferente es sí hacerlo y no elegir específicamente a algún candidato.
Por ello me parece dable y aceptable dicha invitación, pues no se trata de un acto anti cívico, sino una invitación a enviar un mensaje generalizado de que los ciudadanos no estamos contentos con la manera en que se ha conducido nuestro país. No comulgo con dicha invitación, lo que hago es defender la legitimidad de la misma. No encuentro, por lo tanto, mayor diferencia entre el llamado de Sicilia y el de cualquier otro candidato que represente cualquier ideología política. Pues ambos buscan captar votos pero en sentido totalmente diferente.