Realmente resultó sorprendente y preocupante la solicitud efectuada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para acceder a más recursos para poder seguir atendiendo las necesidades propias de la crisis económica que afecta a varias naciones europeas.
La cantidad que pide el FMI no es nada insignificante, pues la cifra asciende a medio billón de dólares, es decir, 500.000 millones de dólares, para con ello coadyuvar a estabilizar la economía mundial.
De aquí surge una pregunta sumamente interesante y que definitivamente vislumbrará el futuro inmediato no sólo de la estabilidad económica mundial, sino de la propia existencia del pacto europeo.
¿Qué tan pragmático o contraproducente resulta ser este nuevo préstamo que está solicitando el FMI para seguir apoyando a países como Grecia, Irlanda, Portugal y en un futuro no muy lejano, España?
Esto por el hecho de que los llamados “PIGs” cometieron el error de gastar mucho más de lo que tenían a través del endeudamiento lo que los llevo inevitablemente a déficits fiscales impresionantes y a la consecuente cesación de pagos.
Esta cada vez inevitable suspensión de pagos ha sido postergada por inyecciones estratosféricas de dinero para dichos países por parte del FMI y de la propia Eurozona sin que hasta el momento muestren visos de mejoría económica.
El problema se vuelve más grave desde el momento en que los principales tenedores de bonos de dichos países intoxicados son Francia y el principal motor económico de la Unión Europea; me refiero a Alemania. Por lo que el riesgo de contagio es cada vez más latente sobre estas dos naciones y el consecuente resultado que un contagio traería para el resto del mundo.
Para empezar, una crisis en España derivada de una crisis alemana llevaría a la quiebra a la banca española de cuyo dinamismo depende la economía mexicana dominada en el sector bancario por instituciones financieras españolas. Pero volviendo a la cuestión, me parece que el endeudamiento para solucionar endeudamiento no trae consigo nada bueno, sino exclusivamente paliativos de corto plazo y la inflación de una burbuja que conforme le inyecten más deuda explotará en cualquier momento con repercusiones terribles del orden ecuménico.
Lamentablemente, los políticos están buscando soluciones para sus pares que cometieron una serie de irresponsabilidades financieras. De ahí la urgente necesidad de acciones que definitivamente resultarán antipopulares; me refiero a aumento de impuestos, disminución de salarios de la burocracia, privatizaciones, disminución de burocracia estatal, postergación de la vida laboral para acceder a pensiones, etc., y en este aspecto son los ciudadanos quienes terminarán pagando los errores de la clase política. Todavía están a tiempo, pues de dichas acciones dependerá una lenta pero segura recuperación o el camino hacia una inexorable depresión económica.