jueves, 24 de noviembre de 2011

¿UNIDAD?

¿De veras la cúpula priísta y el mismísimo Manlio Fabio Beltrones piensan que todos nos vamos a tragar el cuento de que su declinación a la candidatura de su partido en aras de la silla presidencial es en nombre de la unidad partidista?
Si bien las aspiraciones del senador Beltrones eran legítimas y contaba con el apoyo de una parte importante de su partido; el escenario futuro no pintaba bien para el senador; puesto que la cargada priísta, es decir, el grupo atlacomulco, hace ya varios años que decidió que la candidatura recaería en el ex gobernador del Estado de México Enrique Peña Nieto.
La última de éstas señales vino con la convocatoria emitida por el CEN priísta en el que el Humberto Moreira en un supuesto acto democrático para eliminar la censura modificó el párrafo catorce de dicha convocatoria para permitir que funcionarios priístas, llámense gobernadores, senadores, diputados o cualquier funcionario electo mediante voto popular pudiese emitir holgadamente y sin censura alguna su apoyo hacia cualquier candidato o precandidato priísta.
Ello sin duda hubiera generado una estampida de apoyo de diversos funcionarios hacia la candidatura de Peña Nieto y, definitivamente, el senador Beltrones por lo menos humillado hubiera terminado en su aventura política y obligado a renunciar a sus aspiraciones. Ello generaría mayor fricción dentro del PRI y hasta se parecería muy fortuitamente al escenario vivido por los priístas en el año 2000 y que por cierto les costo la presidencia de la república.
Y a pesar de que en su carta ¿unidad para qué?; el senador afirma que prefiere ser un hombre útil y no importante, su declinación deja un pésimo sabor de boca a comparación de la declinación de Marcelo Ebrard a favor de AMLO; puesto que la misma se da en un contexto de adversidad generada por la tremenda cobertura mediática que ha recibido Peña Nieto y concluido con un colofón contundente: la reforma al párrafo catorce de la convocatoria para la contienda interna priísta.
Por ello la retirada de Beltrones huele más a división y asperezas que a unidad y convicción. Ya bien lo dice aquella frase que a los priístas el olor a poder los marea, pero la derrota los une.  Y en este momento, los priístas están mareados ante este supuesto acto de unidad que lo único que refleja es la retirada inteligente de Beltrones antes de que las cosas se pongan peores y termine como enemigo de su propio partido.
En ese sentido, todavía la unidad parece más convincente dentro del PRD y hasta en el propio PAN, debido a que hasta el momento no hay nada que se asemeje dentro de esos partidos a lo que sucede en estos momentos en el tricolor; además de que los grupos representados por ambos políticos, Peña y Beltrones, representan bandos conservadores y progresistas respectivamente, pues es sabido por propios y extraños que el grupo de Beltrones apoyaba la llamada reforma política que significaba el empoderamiento ciudadano mientras que los peñistas se oponían rotundamente a dichas iniciativas de reforma.
Definitivamente, el PRI es un partido que hasta la fecha no sabe como procesar democráticamente sus decisiones, prueba de ello es la simulada unidad que internamente no augura nada bueno, pues no hay nada peor que ofrecer una imagen de fortaleza y convicción hacia afuera mientras que internamente las divisiones se fortalecen.