Plausibles y dignas de honorarios fueron las palabras del jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, al aceptar con madurez y profesionalismo la derrota ante el “peje” Andrés Manuel López Obrador, en la contienda por elegir al candidato que abanderará la izquierda en la ya próxima elección presidencial de 2012.
No era para menos; el jefe de gobierno siempre ha mostrado lealtad a quien fue su jefe y lo rescato del olvido político aquella vez que el presidente Vicente Fox lo destituyó de la Secretaría de Seguridad Pública del D.F por acontecimientos terribles derivados de un linchamiento.
Así mismo, Marcelo Ebrard siempre ha mostrado una visión muy lejana a la clase política tradicional y ha dejado ver su estatura de Estadista en tiempos en que México requiere personas con esas características.
De todo ello me parece que el resultado fue el mejor escenario para la actual crisis que vive la izquierda en nuestro país; si el resultado hubiese sido contrario, difícilmente López Obrador hubiera aceptado tal consecuencia; su particular manera de ser le habría impedido aceptar tal escenario adverso.
Por lo que este contexto plantea una inyección de energía para la izquierda y manda un mensaje a la nación de que dicha tendencia esta lista para competir y, muy en serio; nuevamente por la silla presidencial.
Definitivamente la mejor opción para encabezar a la izquierda era sin duda el jefe de gobierno, las cartas que lo acompañan eran la de una administración de calidad y con bastante eficiencia y la juventud que requiere el servicio público a través de ideas frescas e innovadoras. Sin embargo, el resultado ya está dicho, ahora toca a los demás partidos políticos de izquierda y a las mismas corrientes internas del perredismo encabezadas por los llamados “chuchos”, cerrar filas de manera profesional tal cual lo hizo Ebrard si realmente desean apoyar un nuevo proyecto de nación y aspirar realmente a la presidencia de la república.
En lo particular, el caso de López Obrador se asemeja mucho al de Perú y la recién elección del izquierdista Ollanta Humala, por el hecho de que éste perdió la elección presidencial pasada contra Alan García, pero los errores de dicho presidente le dieron a la izquierda y al propio Humala una nueva oportunidad ahora como gobierno en Perú.
Asimismo el mismo candidato López Obrador lleva un buen tiempo en los medios de comunicación mencionando que él no está en contra de la libre empresa, las inversiones ni de los empresarios, sino en contra de la corrupción; con ello tratando de enmendar los errores del 2006.
Por lo pronto, la izquierda en México tiene ya candidato; de dicho suceso; lo que por el momento resalta no es la ya cada vez más segura postulación de AMLO; sino la enorme estatura política de Marcelo Ebrard, quien a demostrado una vez más su profesionalismo, su ideología, su militancia y sobre todo: su papel de estadista; porque con mucho tino lo diría hace ya varios siglos el unificador de Alemania Otto Von Bismarck, el llamado canciller de hierro: “el político está pensando en la próxima elección, mientras que el estadista está pensando en la próxima generación”.