jueves, 6 de octubre de 2011

INTERVENCIÓN

Bastante fuertes las declaraciones del gobernador del vecino Estado de Texas; el Republicano Rick Perry.
El hasta ahora favorito en las encuestas para abanderar a los republicanos en la justa electoral de 2012 en los Estados Unidos y que enfrentaría al demócrata Barack Obama; afirmó que de llegar al poder apoyaría al gobierno mexicano en la lucha contra el crimen organizado de manera más directa: mediante una intervención militar en nuestro país.
Seguramente con el afán protagónico que debe permear en un aspirante presidencial es que el gobernador emitió dichas declaraciones; pues es bien conocido por propios y extraños que nuestra legislación constitucional esta fuertemente blindada en temas relacionados con la soberanía nacional.
En la actualidad, el apoyo norteamericano en esta guerra interminable se ha reflejado a través de la llamada iniciativa Mérida; que supone la entrega de 1400 millones de  dólares en tecnología y capacitación policial y el desempeño (subrepticio) de algunos agentes de inteligencia de la DEA y la CIA en nuestro país.
No obstante, aunque dicha pretensión tenga cero posibilidades de concretarse, la idea en si misma no suena tan deplorable; puesto que nuestras fuerzas de seguridad han resultado ineficientes y totalmente rebasadas en el combate al crimen organizado.
Ya en otras etapas de nuestra historia nacional, se han presentado intentos de exposición de nuestra soberanía en aras del bien nacional; durante la guerra de tres años llevada a cabo entre liberales y conservadores; el gobierno de Juárez acepto ceder tres derechos de paso a perpetuidad a los estadounidenses a cambio de apoyo para vencer a los conservadores.
El tratado de Mc Lane-Ocampo, fue un intento de intervención que debido a otros factores no entró en vigor; pero que era necesario para que Juárez venciera cómodamente a los enemigos haciendo alusión a la frase de Maquiavelo: “el fin justifica los medios”.
Así mismo, la intervención norteamericana en temas relacionados directamente con el combate al narco se ha dado en países sudamericanos; tal es el caso del llamado Plan Colombia; que mediante una intervención más directa en territorio colombiano y acompañados de la ley de justicia y paz, los colombianos han reducido considerablemente la violencia derivada del narcotráfico; aunque muy poco se haya avanzado en la disminución de la producción de la cocaína en aquel país andino.
Con ello no quiero decir que apoyo políticas entreguistas de soberanía nacional, ni tampoco que defiendo posturas como la del entonces presidente Miguel Lerdo de Tejada, quien afirmaba que lo deseable para acabar con el clero y los males de México era entregar el país a los norteamericanos.
Sin embargo, es una verdad insoslayable el afirmar que el consumo de alcaloides por parte de los estadounidenses no disminuirá, ni mucho menos el flujo de armas de norte a sur; por lo que propuestas como las del gobernador texano resultan ciertamente estrambóticas, pero ya en la desesperación resultan ideas atractivas o por lo menos nos ponen a pensar en posibles escenarios alternos dadas las actuales condiciones de inseguridad avasallante que padecemos; aunque repito; legalmente, dicho escenario intervencionista resulta cuando menos onírico