Muchos son los problemas que azotan calamitosamente a nuestro país; a diario los medios de comunicación (con todo y su acuerdo de autocensura) nos muestran cierta parte de la realidad de nuestro país: corrupción, violencia generalizada, abulia política, falta de oportunidades, pobreza, crisis y muchos males que, guardadas todas las proporciones, serían elementos suficientes para iniciar un gran movimiento social similar al acontecido hace 201 años y que no necesariamente triunfó en sus objetivos, pero que tuvo como efecto una gran rebelión y dejo claro que el pueblo tiene un límite y que cuando se traspasa dicho límite la respuesta social es violenta y transforma en cierto modo el orden establecido; aunque en el caso de nuestra gesta independentista el cambio sólo fue superficial, ya que gran parte de las condiciones coloniales siguieron siendo las mismas en las primeras décadas de vida independiente.
Pues bien, el dilema o la cuestión que sale a relucir está directamente relacionada con tratar de explicar el porqué las condiciones actuales no generan algún tipo de reclamo social generalizado y los pocos espacios de inconformidad social no trascienden o simplemente son satanizados y hundidos por el llamado cuarto poder.
Para empezar, estoy cierto que las actuales condiciones realmente son alarmantes y no se diferencian en mucho de las condiciones de hace dos centurias; en 1800 las condiciones para el 90% de la población eran de pauperismo y falta de oportunidades, desigualdad, sometimiento, miseria y cero crecimiento económico; guardadas todas las proporciones, el 60% de los mexicanos en la actualidad vive en la pobreza, la desigualdad es cosa de todos los días, la miseria abraza a un buen número de mexicanos y la falta de crecimiento económico es una realidad; sin embargo, hoy existe el agravante del terrorismo y la narcoinsurgencia que ciertamente no existían en el siglo XIX.
Entonces, ¿por qué no se genera un gran movimiento social que busque eliminar a la corrupta e ineficiente clase política que tenemos y en su lugar establezca las condiciones necesarias para empezar a transformar desde sus cimientos a nuestro país?
La respuesta es sencilla y esta directamente relacionada con los medios masivos de comunicación.
Giovanni Sartori, politólogo italiano, escribió hace ya varios años un libro revolucionario y que sencillamente explica la realidad mexicana.
El “Homo Videns”, hace referencia a la pérdida de la inteligencia cívica del homo sapiens sustituida por el televidente pasivo e idiotizado llamado homo videns.
Y es que resulta alarmante la pasividad cívica frente a los problemas sociales tan aberrantes de nuestro país y esto se explica sencillamente porque hace 200 años no existían la televisión ni mucho menos los programas basura que en la actualidad desneuronan a los jóvenes y las telenovelas que hipnotizan a las amas de casa y, consecuentemente, al resto de las familias mexicanas.
Los pocos ciudadanos que se informan lo hacen a través del noticiero de López Dóriga o de Javier Alatorre y con ello su conocimiento de la cosa pública queda sesgado o en el mejor de los casos incompleto.
Ahí reside una parte de la explicación de la pasividad social.
Aunque Hidalgo volviera a vivir, su iniciativa sería rápidamente neutralizada por los medios de comunicación; ya que en la actualidad, los medios cumplen su función social con acciones dentro de la llamada Iniciativa México. Por ello si el padre de la patria quisiera llamar al pueblo a una gran organización tendría que llevar su propuesta a IMx.
Sin embargo, decir que el grueso de la sociedad es pasiva es caer en el error; existen grupos que entienden la problemática de nuestro país (aunque generalmente son grupos motivados por cuestiones particulares y aisladas) y al no encontrar solución a sus demandas por las vías denominadas institucionales, optan por el camino de la sublevación tanto pasiva como armada.
Desde grupos como el EZLN, el ERPI o el EPR que buscaron soluciones no tan convencionales a sus exigencias, pero que dada la indiferencia gubernamental motivada por intereses también particulares tuvieron que tomar literalmente las armas; hasta movimientos sociales tan disímbolos como lo son el movimiento de los electricistas despedidos de la desaparecida Luz y Fuerza del Centro, el movimiento del poeta Javier Sicilia, el de los 400 pueblos, y un sinfín de movimientos más son satanizados por los medios de comunicación al tildarlos de ilegales, ilegítimos y conculcadores del Estado de Derecho y por ello no merecen más que la represión gubernamental.
Basta recordar el movimiento de Atenco protagonizado por campesinos que ciertamente iban a ser indemnizados, pero que dicha indemnización no era suficiente y aunque lo fuera, los campesinos iban a perder su único medio de vida y su único patrimonio a cambio de unos pesos con duración finita y después a vivir en la miseria y despojados; todo ello en nombre de la modernidad que supondría la edificación de un nuevo aeropuerto. Ante este acontecimiento los medios arremetieron con todo su poder contra este movimiento legítimo, pero que ellos consideraron ofensivo al atentar contra los designios del poder presidencial del entonces presidente Vicente Fox.
Y como la mayoría de los que se informan lo hacen a través de la televisión, el movimiento de los campesinos fue reprobado por los mexicanos “informados”; o basta tan sólo con recordar el movimiento de la APPO en Oaxaca, movimiento que también fue reprimido tanto por el gobierno como por los medios de comunicación.
Queda claro entonces por que se le denomina a los medios el cuarto poder; su poder reside en los millones de televidentes y radioescuchas que adoctrinan generalmente con ideas de extrema derecha y tácitamente someten al grueso de la población: es un sometimiento silencioso, pasivo, discreto, pero muy efectivo. Los pocos que intentan un cambio de estructuras, tal cual lo intentó en su momento AMLO; son satanizados de tal manera que los medios los pintan como peligrosos para el país.
Definitivamente, la pasividad del pueblo mexicano frente a tantos problemas tanto sociales como económicos tiene su explicación que para algunos podría sonar ligera o simplona; sin embargo, la realidad es que los medios masivos, particularmente la televisión, se han vuelto contenedores de los movimientos sociales que requiere nuestro país. Porque una cosa es segura, en nuestra historia las revueltas sociales siempre han estado a la orden del día, al menos, hasta que aparecieron los medios masivos.