Es verdad que las cifras presentadas por la Secretaria de Hacienda (SHCP) resultan sorprendentes y hasta cierto punto alarmantes; la deuda del Estado de Coahuila paso de 0 a 31,973 millones de pesos en tan solo seis años, lapso encabezado por el gobernador con licencia, Humberto Moreira, con lo cual, según la misma fuente; nuestra entidad se coloca en el cuarto lugar nacional en endeudamiento público general y el primero en términos per cápita.
Aún recuerdo aquellos spots de precampaña del entonces gobernador Enrique Martínez presumiendo la cero deuda del Estado; por ello el monto de la actual deuda resulta estrambótico; sin embargo, resulta muy difícil entender el crecimiento en términos cuantitativos relacionados con la obra pública sin la existencia de créditos de por medio.
Sin duda el último informe de Humberto Moreira fulguró precisamente por el primer lugar que alcanzó Coahuila en materia de infraestructura pública; ello le dio un plus extra a las aspiraciones de Moreira.
Una vez rendido dicho informe, fuimos varios quienes nos preguntábamos acerca de cuan caro nos iba a salir ese primer lugar.
Para nadie debió ser ajeno que el endeudamiento iba a ser considerable; por ello no veo el problema en la cifra de la actual deuda; si bien gran parte de los problemas relacionados con la crisis en los países europeos esta directamente relacionada con el endeudamiento; estas crisis se acentuaron precisamente por el sobreendeudamiento que estos países llevaron a cabo; es decir, la actual deuda de Coahuila es manejable técnicamente hablando, y no habrá tanto problema si se echa a funcionar las facultades otorgadas por el nuevo federalismo en 2007, que les permite a los Estados incrementar la existencia y el cobro de impuestos propios; no obstante, si la deuda sigue creciendo tal cual parece ser el objetivo dada la reforma a la ley de deuda pública de hace algunos días que autoriza la solicitud de deuda de corto plazo para el gobierno estatal y los ayuntamientos; pero sin la existencia de la recaudación correspondiente, se corre seriamente el riesgo de caer en situaciones similares a las europeas.
Quizá algunos no entiendan que sin el crédito, la mayoría de las empresas públicas y privadas, sencillamente no funcionarían, el empleo caería y el crecimiento se estancaría; lo que debemos hacer más que quejarnos, es exigir a través de nuestros recién electos representantes y a través del ICAI las cuentas claras y en orden a nuestros gobernantes; de esa manera, cualquier endeudamiento estará bien vigilado por los ciudadanos y dichos recursos tendrán buen fin; pues no se vale que en nombre del crecimiento la opacidad revolotee a sus anchas.
Finalmente, tal cual lo señala la misma Secretaria de Hacienda, las deudas de los Estados se encuentran en este momento en un estado en el que no afectan (por el momento) las finanzas nacionales. Si el ejecutivo estatal ha generado las condiciones necesarias para la ampliación del crédito, debe, por lo menos, generar las condiciones que permitan aumentar la recaudación, por impopular que resulte la medida, en aras de salud y viabilidad financiera.