jueves, 30 de septiembre de 2010

¿Moreira Presidente?

En días pasados se destapó la posibilidad y el deseo del gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, de encabezar la dirigencia nacional del PRI ante el fin del mandato de Beatriz Paredes; noticia que en cierto sentido resulta plausible y asequible; Moreira ha trascendido como un gobernador cercano a la gente, populista, abierto a la población; aunque su administración se ha caracterizado por la falta de transparencia, este importantísimo detalle es fácilmente opacado por su enfoque gubernamental dirigido a “la gente”. Zapatos de la gente, puentes de la gente, tarjetas de la gente e infinidad de programas con el mismo apellido han puesto al gobernador en una buena posición política y que de paso le ha asegurado el puesto en el ejecutivo estatal a su hermano Rubén. Sin embargo, el detalle es que dicha buena apreciación que el dirigente posee entre los coahuilenses incluidos todos los priístas locales; dista mucho de ser la misma a nivel nacional; aunque los Moreira gozan de buena relación con Beatriz Paredes; no es ella quien decide quien se queda como su sucesor; todavía existen priístas que piensan que en ese partido la democracia es cosa de todos los días y que el centralismo es cosa del pasado. La verdad es que eso no es así; el centralismo es una de las principales características del tricolor así como la falta de democracia en sus procesos internos; aquel que diga lo contrario es un pobre desconocedor de la política en general y del PRI en particular. Existen figuras dentro del tricolor con mayor peso político que el propio Moreira: Emilio Gamboa y Fidel Herrera sólo por mencionar a dos de los fuertes suspirantes quienes, finalmente, esperan la unción del dedazo priísta proveniente de atlacomulco para dirigir el destino del PRI a partir del año próximo. En este sentido, Humberto Moreira enfrenta un panorama difícil en su supuesto camino a la dirigencia nacional del PRI. No imposible de sortear, pero conociendo las triquiñuelas del PRI, todo se puede esperar.
Por otra parte; y aquí quiero ser más específico sobre todo en la supuesta intención de Moreira de encabezar la dirigencia del PRI; Moreira es un suspirante a la candidatura presidencial del PRI; esa es una verdad de Perogrullo; siempre ha buscado cualquier oportunidad mediática para saltar a la escena nacional; como la vez en que sugirió fusilar o colgar a los secuestradores, o las veces en que ha protagonizado desencuentros con Felipe Calderón, o su constante campaña promocional a nivel nacional sobre “el norte está en Coahuila”; o el más reciente spot anunciando las bondades de su gobierno aprovechando el concurso de nuestra belleza. No me sorprendería en lo absoluto que esto (su intención de dirigir el PRI nacional) fuera también una estrategia de promoción nacional; la cual no sería más que una vacua pérdida de tiempo; puesto que el candidato ya está bien definido: Enrique Peña Nieto. De igual manera, Atlacomulco definió esa candidatura desde hace tres años; a tal grado que otros posibles candidatos con fortaleza política como Beatriz Paredes lo han reconocido y han dirigido sus esfuerzos a otros objetivos; tal cual el caso de Beatriz, quien ya se prepara para competir por la jefatura del gobierno del Distrito federal.
Definitivamente, si de lo que se trata es de competir por la dirigencia nacional del PRI, existen posibilidades reales, no sin obstáculos, de lograr dicho objetivo, pero si de lo que se trata es de otra estrategia mediática con el objetivo de construir una posible candidatura presidencial, sólo será fructífera si es para postularse como candidato con el PANAL (partido de su amiga y mentora Elba Esther Gordillo); porque de otra manera, sus esfuerzos serían en vano y hasta la misma suerte que la maestra Gordillo podría correr dentro del PRI.

Transparencia en peligro.
Mauricio Merino, investigador del CIDE, alerta sobre el peligro de retroceso que corre la transparencia en nuestro país; afirma que los gobiernos en sus tres ámbitos están clasificando información al por mayor sin que se justifiquen dichos criterios; nuevamente, la opacidad y la corrupción parecen estar ganando la batalla.