No se trata de defender los dichos del presidente AMLO que la mayoría de las veces rayan en el lenguaje coloquial; se trata de defender la liberta de expresión y el derecho a saber. En esta misma columna he denunciado el error del presidente de clasificar la información de sus grandes obras cuando no son, desde mi punto de vista, temas de seguridad nacional, sino de interés público. Pero vayamos por partes. La estatua de la libertad, situada a dos kilómetros de Manhattan, simboliza “la libertad iluminando al mundo” y se encuentra pisando unas cadenas rotas que simbolizan la opresión. En segunda parte, Julián Assange, periodista fundador del sitio de noticias WikiLeaks que en 2010 filtró información clasificada por varios países, entre ellos los Estados Unidos. A partir de esta filtración el gobierno de los Estados Unidos ha perseguido al periodista por todo el mundo y solicitado la extradición de este para enjuiciarlo por haber robado información clasificada. El último paradero de Assange fue en el Reino Unido en donde ha sido ya aceptada la notificación de extradición hacia los Estados Unidos en donde desean castigarlo por haber cometido el delito de publicar documentos en donde se evidencia la violación a los Derechos Humanos en las guerras de Irak y Afganistán, incluso un video en donde soldados norteamericanos aniquilaron a 12 civiles indefensos desde un helicóptero Apache. Un dato bastante escalofriante fue que el 60% de las personas fallecidas en la intervención estadounidense en Irak eran civiles inocentes, además de las ejecuciones sumarias que permitió el comando norteamericano a sus aliados. Otras evidencias como los casos de tortura en interrogatorios autorizados por el director de la CIA, John Brennan, de los reos de las cárceles secretas gringas en Guantánamo y Abu Ghraib. También el espionaje norteamericano a la llamada telefónica entre la canciller alemana y el secretario general de la ONU, y llamadas entre el presidente francés y su homólogo italiano. Es decir, flagrantes ilegalidades norteamericanas fueron hechas públicas gracias a WikiLeaks y su fundador Julián Assange. Todas estas acciones perniciosas van en contra de lo que simboliza la estatua de la libertad, pues intervenir llamadas y violar derechos humanos van en contra de las libertades individuales y nacionales, y lo que más preocupa es el desconocido destino de Assange una vez ya en cárceles estadounidenses. Por eso los dichos del presidente: no concuerda esta estatua y lo que simboliza con el deseo yanqui de enjuiciar a Assange y los detractores del presidente ignoran todo esto acusando que aquí también hay represión y en Cuba y en Venezuela y es cierto, pero si buscamos excusas para atacar al presidente y justificamos la ilegalidad estadounidense solo porque en otros lares también se violan derechos humanos entonces la fobia personal hacia el presidente ha nublado nuestro juicio del bien y de poder entender que mal de muchos no es consuelo de nadie. Aquí también hay represión, sí, pero minimizar los dichos del presidente en donde tiene razón solo por fobia nos coloca en un plano de infra análisis derivado del uso excesivo de la emoción política en ausencia de la razón pura.