miércoles, 23 de diciembre de 2020

ALIANZAS

2021 será sin duda el año electoral más significativo de la historia, pues se trata de la elección más grande que ha enfrentado la autoridad electoral, pero más allá de las implicaciones organizacionales de la elección, lo que está en juego es algo inusitado, sin precedentes, se trata de la segunda parte del hito histórico que significó la llegada al poder del primer gobierno de izquierda en México en 2018; pues los mexicanos tendrán la oportunidad de respaldar o rechazar los resultados de la mitad del sexenio actual al elegir, entre otras muchas elecciones subnacionales, a los diputados federales que habrán de consolidar o cuestionar las iniciativas del ejecutivo federal que tendrá su primera prueba de legitimación en las elecciones del año entrante. No obstante, más allá de las implicaciones del proceso electoral, vale la pena echar un lacónico vistazo a las alianzas que ya se han definido con miras a la elección de junio de 2021. Se puede resumir la futura contienda en dos grandes grupos o alianzas de las cuales una, en particular, llama poderosamente la atención. Se crea, por una parte, la alianza “Juntos hacemos historia”, que aglutina a MORENA, PT y PVEM que representa la continuidad del actual gobierno y sus políticas que buscan romper con el “ancien régime”, y, por otra parte, una extraña alianza en entre PAN, PRI y PRD que no termina por consolidar una visión de transformación para México. La cuestión es simple; MORENA y PT enarbolan en sus ideologías la preponderancia de un sistema de izquierda, y el PVEM, fiel a su papel de partido oportunista, solo navega hacia donde la corriente lo beneficie, por ello esta alianza no sorprende, sino que ubica a cada ente político en su respectivo espacio; no obstante, resulta controversial, contradictorio y hasta antinatural la alianza entre priistas, panistas y perredistas, sobre todo si recordamos escenarios tan calamitosos como 1989, en donde priistas le roban la elección a futuros perredistas y en donde panistas aseguran que su candidato, Clouthier, fue asesinado por el entonces presidente Salinas (PRI), electo en un proceso bastante cuestionable. Esta última alianza se trata de partidos que comparten dos elementos en común: en primer lugar, la enemistad y yuxtaposición entre ellos mismos, y, en segundo término, el ascenso al poder en determinados espacios que sin duda les han otorgado poder y control que, con la llegada de AMLO al poder, han visto menguar considerablemente y esto ha causado que hoy por hoy hayan decidido unir fuerzas en una extraña y desorbitante alianza que no termina de convencer ni a sus mismos militantes. Se trata de una alianza sin propuestas, sin antecedentes y sin convicción, sin una clara realidad de las causas que los orillaron a perder el poder de la representatividad de los mexicanos, sin más argumentos que ser “un dique” para frenar todo aquello que provenga del actual gobierno sin ofertar una mejora de las condiciones que ellos mismos se encargaron de deteriorar; se trata, a final de cuentas, de una alianza que huele más a revancha que ha propuestas, a estorbar más que a coadyuvar, a dolor más que ha resiliencia. 2021 nos presentará dos grandes bloques: se trata de la continuidad o el retroceso, se trata de definir si estábamos mejor con la mediocridad del conformismo o con la esperanza de un cambio gradual. O regresamos al ignominioso pasado o seguimos adentrándonos en un mar de cambios cuyo pronóstico es reservado bajo la promesa del cambio.