jueves, 16 de julio de 2020

EL CANTO DE LOZOYA

Muchos de los que votamos por la alternancia hacia la izquierda en 2018; no lo hicimos porque pensáramos que AMLO tenía la llave mágica que transformara súbitamente a México; no, imposible, toda transformación estructural conlleva años; en el mejor de los casos es generacional; pero se tiene que empezar por algún lado; por eso resulta absurdo el desgaste de los detractores del presidente cuando critican que no hay avance, como si Don Porfirio Díaz no nos hubiera dado la muestra de que se requieren décadas para desarrollar un proyecto de nación. Regresando al punto, muchos de los que votamos por AMLO fue por cortar de tajo la andanada de abusos y corruptelas que caracterizaron al régimen priista; y hay que decirlo; el panismo no fue más que una extensión del régimen que solo cambió de usuarios, pero mantuvo el mismo deplorable sistema en detrimento de todos los mexicanos; por ello ni caso tiene adjudicarle a los 12 años panistas una arista propia de secuela para México, puesto que solo fueron una extensión del ancien régime. Por ello resulta esperanzadora la noticia de que Emilio Lozoya está dispuesto a negociar por su libertad a cambio de ser pieza clave en lo que pudiera ser un juicio a un ex secretario de Estado y lo más inusitado; a un expresidente; en este caso Enrique Peña Nieto. Las palabras de Lozoya son contundentes: “Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray crearon un esquema de corrupción -sí, leyó usted bien: CORRUPCIÓN- mediante el cual todas las personas que apoyaron la campaña presidencial tenían que ser remuneradas o compensadas. A través de contratos, adquisiciones de empresas y después debían devolver al partido dinero para futuras elecciones o para beneficio de Peña Nieto y Luis Videgaray”. Sí, suena fuerte, y esto es solo el caso de corrupción entre el gobierno federal priista y la empresa AHMSA y su filial Agronitrogenados. Falta la deleznable Estafa Maestra; el caso Odebrecht; La Casa Blanca y un sinfín de felonías que enriquecieron a muchos a costa de la miseria y sufrimiento de un pueblo vapuleado durante décadas y décadas por un sistema insensible y elitista que sobrevivía gracias a las masas carentes de calidad de vida y que fueron utilizadas solo como indumentaria electoral para fines particulares. Pero todo esto ya lo sabíamos y lo avalamos siempre con el desinterés y la resignación mientras un mar de impunidad protegía a los azotes del pueblo mexicano; pero todo cambió porque todo tiene un límite y se le permitió a otro gobierno enderezar la marcha; y parte fundamental de ese enderezamiento es el castigo a quienes lastimaron a México y a su gente; por ello, lo que Lozoya tiene que decir es fundamental para iniciar un procedimiento de castigo, que por primera vez se siente el precedente de que la impunidad no es eterna y de aquellos quienes abusaron no perciban en el paso del tiempo el olvido y perdón implícito de sus felonías y latrocinios. La 4T tiene hoy la oportunidad de dar un golpe a la corrupción que embone con su discurso que le permitió llegar al poder; poco importa que los mismos de siempre se desgarren las vestiduras argumentando que se trata de una estrategia electoral; siempre y cuando los deudores empiecen a pagar lo que deben. El canto de Lozoya es una melodía que ansiamos escuchar, que puede ser el tono de un parteaguas que nos lleve al México prometido.