miércoles, 15 de enero de 2020

OPERACIÓN MOCHILA

La respuesta es lo que se conoce como “un lugar común”; previsible, simple, como si todo se remitiera a revisar las mochilas; como si el problema de la violencia y ataques fatídicos en escuelas perpetrados por alumnos se resolvieran con un escaneo a sus efectos personales. Ahora todas las escuelas están replicando la práctica de la revisión de mochilas, como una ola que golpea a todos por igual y que pasado el impacto, se volverá a la normalidad de siempre pensando que esas cosas solo pasan en Estados Unidos. Culpemos en primera instancia a los videojuegos, después a la facilidad con que los niños, adolescentes y jóvenes acceden a las armas de fuego y, por último, como si fuera asunto menor, a la falta de atención en el hogar. No, la operación mochila no es ni será jamás la solución al problema de la violencia. En primer lugar, debemos ubicarnos exactamente en el lugar en el que estamos; muchos invocan la vieja educación, aquella que se aplicaba con golpes por parte de padres y de maestros; pero era un México diferente; pues los cambios de la familia en México se han dado en un contexto de complejas transformaciones y fenómenos sociopolíticos y económicos, entre otros, que han revolucionado la estructura y conformación de las familias. Y van desde la migración de los jefes de familia a la frontera norte, la incorporación de la mujer al mercado laboral, los movimientos sociales de índole laboral y educativo que dieron hincapié a la formulación de políticas de género instaladas poco a poco en los senos familiares y, por último, la aprobación de la unión de parejas del mismo sexo, han contribuido a que las familias de hoy sean muy diferentes a las familias de hace 50 años. Por ello, es absurdo querer regresar a un México familiar que simplemente se ha esfumado. Ubicados entonces en un contexto lleno de redes sociales, globalización en todos los ámbitos, tráfico imparable de armas provenientes de Estados Unidos y desintegración familiar; es que aparece en los nuevos modelos educativos la llamada educación socioemocional; que aunque ciertamente no ha probado ser efectiva, ni tampoco lo contrario, es una estrategia que los centros educativos debemos desarrollar; porque nos guste o no, la atención de padres a hijos a disminuido no por gusto de los padres, sino por la necesidad económica que obliga a estos a trabajar horas extras o conseguir más de un empleo para poder costear gastos entre los cuales se incluye la misma educación. Los docentes nos quejamos muchos de que los padres nos endosan la educación completa de sus hijos, con todo y sus problemas; y ciertamente así es, pero entre más pronto entendamos que se trata de un problema sistemático que obedece a causas casi inexpugnables, entenderemos que es parte de la labor que ahora nos toca desarrollar. Pero los docentes no podemos ir solos, el gobierno debe destinar mayores recursos para que las escuelas cuenten con más sicólogos, que estos reciban preparación constante, que el programa Construye T, que ya fue abandonado, renazca con mayor estrategia y planeación y que la misma educación desarrolle integralidad, es decir, que el apoyo al deporte, a la cultura, a la ciencia sean una realidad y no una mera asignatura que cumplir y que no logra el objetivo de encauzar a los jóvenes por caminos de mayor estabilidad; además, debe existir un protocolo general para que los casos graves detectados que pudiesen desencadenar en tragedias sean remitidos inmediatamente a otras instancias para que sean atendidos con mayor eficacia y así abonar a lo que en verdad debemos alcanzar: la prevención, y no la superficial reacción de revisar mochilas después que la tragedia nos alcanzó.