No es ni la primera, ni será la última vez que un legislador es captado “dormitando” o completamente dormido en alguna sesión del congreso de la unión. Las imágenes que son difundidas por los medios de comunicación sobre esos bochornosos acontecimientos generan un alud de indignación generalizada con diatribas que azotan a los legisladores dormilones y los estigmatizan como unos incompetentes o diletantes que demuestran su desinterés por su país y sus representados. El aludido en esta ocasión es el diputado por MORENA, Manuel Huerta Martínez, a quien los medios de comunicación han bautizado como el “diputado dormilón”, pues ha sido captado en estado onírico en más de una ocasión en plena sesión. Desde luego que el legislador, experto en temas fisiológicos, se ha defendido haciendo mención que todo es culpa de la “marea alcalina” que se produce después de comer, por lo que es inevitable el consecuente sueño que lo obliga a caer en los brazos de Morfeo. El diputado plurinominal afirma que después de comer el estómago acapara gran parte de la energía del cuerpo para el proceso digestivo, “por lo que uno se sienta y le entra un soporcito, así como de siesta bien sabroso y eso hace que ahhhhhhh.” La explicación es más que contundente; insensibles e ignorantes todos aquellos que no entienden la naturalidad de un suceso netamente fisiológico. Por ello, de ahora en adelante, debemos entender que después de comer, un médico pueda quedarse dormido y no atender a sus pacientes en una clínica del seguro social, un docente pueda quedarse dormido a mitad de clase luego del almuerzo, que un piloto de un avión dormite en pleno vuelo o el operador de un autobús duerma mientras conduce por haber consumido alimentos durante su trayecto. Es una verdad de Perogrullo que nuestra clase política se caracteriza por su poca vergüenza y su elevado cinismo, pero no deja de sorprender que dicho cinismo cada vez es más sofisticado, pues la diletancia y el poco compromiso ahora son explicados y justificados científicamente. Poco importa entonces la trascendencia de las reuniones o de los temas tratados en el pleno, pues debemos comprender sin aspavientos que el cansancio es una condición natural de cualquier ser humano y no despotricar solo porque se trate de un simple diputado, que, por cierto, tiene la simple función de aprobar las leyes que le dan rumbo a esta maltrecha nación. En lo personal, me parecen absurdas las excusas del legislador dormilón, nada, absolutamente nada lo excusa de sus labores primigenias que voluntariamente y sin esfuerzo (plurinominal) decidió aceptar. No se trata ni siquiera de su edad, pues ha habido otros casos de legisladores jóvenes que han caído en el mismo escenario de “soporcito”; es decir, se trata de su compromiso con la encomienda que tienen los legisladores -particularmente los morenistas- de llevar a cabo la tan pomposamente llamada cuarta transformación. En lo personal, pienso que su líder de bancada debe tomar cartas en el asunto y llamar a su suplente para que lo sustituya y que con ello los legisladores entiendan que tienen en sus manos el destino de una nación que le ha apostado al cambio y que actos fisiológicos como el dormir en plena sesión del congreso son un puntapié para quienes esperamos políticos diferentes en un mar de generalidades. No, no es un tema minúsculo, es un mal referente que se puede propagar y que nos deja ver que tenemos más de lo mismo, de aquello que definitivamente ya no queremos.